El presidente de Castilla la Mancha y la vicepresidenta segunda del Gobierno se han convertido en las dos caras de las mismas monedas que tiene el presidente del Gobierno para llevar adelante lo que quiere hacer en política nacional e net nacional pero que no puede. Los dos, junto al ex presidente Rodríguez Zapatero forman una especie de “mister Hyde” que le permiten al “doctor Jekyll “ de La Moncloa hacer de bueno y malo al mismo tiempo, de estar y no estar, de decir y no decir, de presionar y no presionar. Así hasta el infinito.
Su, por ahora, última jugada política, con los cambios en su equipo más personal de La Moncloa, va en la misma dirección de la que quiso realizar F
elipe González hace treinta años, cuando el por entonces líder indiscutible del PSOE quiso cambiar las reglas internas del partido y hacer que éste se limitara a ser una marca electoral con la que concurrieran personas ajenas al mismo. Era una forma de adelantarse al problema que ya sufren todas las formaciones políticas, la burocratización. Ese sistema que hace que el talento independiente se aleje de la vida pública y que la única forma de llegar a una alcaldía, a una presidencia autonómica o a la propia presidencia del Gobierno de España sea a través de una acreditada militancia durante años.
Pedro Sánchez ya dió la primera señal de ese objetivo cuando nombró an Ivan Redondo jefe de su Gabinete. No funcionó por dos motivos: por la propia incapacidad del personaje y su evidente deseo de notoriedad y por las resistencias del propio PSOE para aceptar a un “elemento exógeno” en un puesto de tanta trascendencia. Si sirve de orientación para las próximas semanas, el necesario cambio de Gobierno, tras la confirmación de Teresa Ribera como Comisaria europea, hará que aparezca una nueva generación de dirigentes, sin experiencia política y administrativa pero cargada de teoría futurista. Concebir el mundo que viene desde el análisis acumulativo de todo lo que ha pasado, la Inteligencia Artificial llevada a La Moncloa y al resto del primer nivel de la política.
Estamos ya en el “Minority Report” protagonizado por Tom Cruise y dirigido por Steven Spielberg en 2002, que escogieron una novela de Philip K. Dick para “asustar” al mundo presentando un futuro en el que un grupo de hombres y mujeres, dotados de poderes psíquicos, eran capaces de adelantarse a los posibles delitos que se iban a a cometer. El resultado era aún más inquietante: se podía utilizar la “clarividencia” de esos visionarios para convertir el poder en un sistema dictatorial al servicio de un hombre o, en este caso, al de una organización o un partido.
Alas órdenes directas de Diego Rubio y Angel Alonso aparecen otros siete expertos que poco o nada tienen que ver con la estructura del PSOE. Son los “precognitivos” que le van a proporcionar al presidente las líneas de actuación que debe seguir para adelantarse a sus adversarios, tanto a los de dentro como a los de fuera, tanto en el plano político nacional como internacional, tanto para controlar sus problemas presentes y futuros. Una apuesta por un equipo que no llega desde la experiencia política pero sí de la universitaria, más teórica que practica y de cuyo éxito o fracaso dependerá la vida más corta o larga de la actual Legislatura.
Es en ese espacio de futuro en el que hay que entender la postura de Yolanda Diaz y Sumar de cara a la presencia de ministros de España en la toma de posesión de la nueva presidenta de México tras el desplante al Rey Felipe; es en ese espacio en el que hay que entender el respaldo que ha recibido la titular de Trabajo al sumarse el propio PP de Níuñez Feijóo a un cambio tan importante en las relaciones laborales como es la semana de cuatro días sin rebaja en el salario: productividad concentrada en menos horas o menos días, una realidad que se va a implantar en toda Europa y frente a la que nuestra CEOE no sabe cómo reaccionar.
De igual forma hay que entender las posturas de Emiliano García Page con su defensa del reparto fiscal entre todas las Comunidades Autónomas tras los acuerdos en Cataluña y con sus ataques a la amnistía a los condenados o huidos por el Proces. A Pedro Sánchez le gustaría decir lo mismo que dice su compañero de Castilla la Mancha pero no puede. Vamos a comprobarlo dentro de unas semanas en los debates que se producirán en el Congreso Federal del PSOE.