Hay dos caminos para hacerlo a la vista de todos, con independencia del resultado, que el Gobierno presente una moción de confianza o que el presidente del PP y líder de la oposición presente una moción de censura, la gane o la pierda. Sánchez y Feijóo explicarán, junto a sus equipos, lo que ha sucedido. Ese debate se lo deben a los ciudadanos. Si no lo hacen, y es muy posible que no lo hagan y dilaten esas explicaciones cruzadas, en las que deben intervenir el resto de los grupos, la frustración de la sociedad irá en aumento y se irá alejando de la representación política. A menor nivel pero con la misma responsabilidad están las Cortes valencianas, con los papeles cambiados.
La elección de dos generales para analizar, organizar y dirigir la reconstrucción de una “zona de guerra” como es la que se observa en Valencia tras el paso de la destructora Dana, pone de manifiesto la incapacidad de los gestores civiles para afrontar ese reto. Y las declaraciones de Pan Pampols sobre lo que piensa hacer, por encima de lo que puedan pensar y decidir las autoridades civiles, remiten más a un “autogolpe” en Valencia y por extensión en el Estado, que a una voluntad política de asumir lo ocurrido, debatirlo a cara de perro como parece que está ocurriendo en las declaraciones a los medios de comunicación, y asumir, de verdad la responsabilidad política que a cada uno le corresponda, incluida la judicial, que es a la que todos más temen.
Si ni Pedro Sánchez, ni Alberto Núñez Feijóo dan ese paso -que también podrían darlo una conjunción del resto de los partidos, al margen de ese añadido de “constructiva” que aparece en las exigencias de la moción de censura- habrá que verles como dos cobardes políticos, que no se atreven a poner delante de los electores la gravedad dolosa de lo ocurrido. De nuevo se pondrán a esperar que el tiempo vaya enterrando la tragedia, que en este momento ya saben que la espera será de años, con un coste económico y social muy por encima de todas las previsiones que han hecho y que no bajará de los cien mil millones de euros, la mayor cifra que un desastre natural ha causado en nuestro país.