De nuevo hoy, lunes 9 de diciembre, tres encuestas llamadas políticas y con resultados totalmente distintos, confirman que esos sondeos “de encargo” les sirven a los partidos como armas de sus dirigentes para defender las posiciones internas en sus organizaciones. Insistir cada semana en los porcentajes de votos que tendrían en una cita electoral, cuando no está, ni se la espera, y en los escaños que conseguirían de cara a una posible sesión de investidura, es un ejercicio sociológico tan inutil como interesado.
e podrían elaborar encuestas o sondeos o consultas sobre el paro, la sanidad, las pensiones, la educación; si los españoles estamos más o menos contentos con la Unión Europea, si estamos bien o mal informados sobre Ucrania, Palestina o, ahora, la nueva revolución integrista en Siria. Podían preguntarnos qué opinamos de Donald Trump, de Vladimir Putin, de Zelensky, de Macron… hasta de Milei y de Lula da Silva, más que nada por saber qué número de españoles se sienten interesados por el mundo que les rodea y las implicaciones que cualquier conflicto, por lejano que parezca, tiene en sus vidas.
No, a los partidos y a las compañías que realizan los sondeos, lo que les interesa son los mensajes para consumo interno,de sus cuadros y de sus votantes fijos. Sondeos electorales a meses e incluso años de la cita con las urnas es marketing pero nada que ver con la sociología de la población y los intereses de los españoles. No es un mal de los grandes partidos, no del Gobierno central o los gobiernos autonómicos. Se ha convertido en un elemento más de la guerra interminable que mantienen los políticos entre elección y elección.
Si se busca algo positivo tan sólo se encontrará que el PP y el PSOE, o el PSOE y el PP siguen en cabeza de todos los sondeos, por encima de los casos judiciales y de los desastres naturales como el de Valencia, y que tanto uno como otro seguirán necesitado el apoyo de uno o de varios partidos para seguir en La Moncloa o para conquistarla. En ese tiempo, que puede prolongarse hasta la Primavera de 2017, las ocurrencias de protagonistas que van perdiendo relevancia con el paso de los días, como Carles Puigdemont y sus deseos de que Sánchez se someta de forma voluntaria a una moción de confianza, moverán a la risa si no fuera por los reiterados siete escaños que le dan a Junts esas mismas encuestas.