Si aceptamos que tanto el periodista valenciano como el economista madrileño han leído en algún momento de sus vidas al padre de la filosofía moderna, recordarán que el prusiano Kant escribió a finales del siglo XVIII y con siete años de diferencia los " dos manuales" que se han venido utilizando en Occidente para " navegar" entre la ética y la razón, ese camino que recorren cada da aquellos que se dedican a la cosa pública. Por lo menos eso dicen a la hora de justificar la mayoría de sus actos.
El secretario general del PSOE está atrapado en la razón pura, la que le lleva a defenderse de Pablo Iglesias y Podemos bajo el argumento de que lo que quiere uno y todos los que le siguen es vencer y sustituir a su partido. Teme el contacto y que funcione la ósmosis, que es un principio químico que puede explicarle el profesor Rubalcaba.
Su compañero, secretario general del PSPV y presidente de la Generalitat valenciana se aferra a la segunda se las obras del filósofo alemán: la razón práctica, aquella por la que sabe que dejará sin escaño en el Senado a Encarna Linares y a Josep Lluis Grau, que son los " cuartos" por Alicante y Castellón; y que esos dos sillones irán a parar a Vicenta Jiménez y Jordi Navarrete. Mientras tanto el PP mantendrá sus seis escaños en la Cámara Alta por esas dos provincias. En Valencia no consiguieron nada los socialistas y tuvieron que conformarse con mandar a Madrid en representación del Parlamento autonómico a Joan Lerma.
Ese negro panorama cambiaría si el PSPV se suma al pacto de una " Entesa" valenciana en la que podría mantener y hasta aumentar su representación, y al mismo tiempo dejar al Partido Popular con un escaño en el Senado por cada provincia, más los dos que tiene por designación territorial. La razón práctica frente a la razón pura, Alfred Boix frente a Antonio Hernando. O algo mucho más popular: " más vale pájaro en mano que ciento volando". Doce asientos en el Senado para la izquierda y lo que eso significaría a la hora de gobernar en España tras las elecciones del 26 de junio.
Si el ejemplo y la voluntad de Puig se extendiera por toda España el control de la Cámara Alta cambiara de color y de manos. Desaparecería la mayoría absoluta del PP que vería como provincia a provincia, salvo contadas excepciones, sus tres senadores se convertían en uno y pasaba de contar con 124 escaños elegidos en las urnas a menos de sesenta. Esa historia la tiene que escribir Pedro Sánchez pero no parece muy dispuesto a coger papel y lápiz. Puede que ni los tenga, ni se los den.