El hecho de que la evolución del dólar frente al euro en este primer trimestre haya sido muy diferente de lo que auguraba el consenso, está haciendo que las tesorerías se pregunten hasta qué punto ese pronóstico general de apreciación continua siendo válido o si por el contrario ha de reevaluarse la política de coberturas. Lo primero es revisar si las bases macroeconómicas han cambiado exigiendo una revisión del pronóstico, o si manteniéndose, la reacción prevista de los mercados se ha visto alterada por alguna circunstancia y si esta reviste capacidad suficiente para cambiar el pronóstico.
De los más de 80 pronósticos que Consensus Forecast recogía en su encuesta mensual de principios de marzo –entonces el par euro/dólar estaba en 1.10- el pronóstico de mayor debilidad del dólar lo situaba en 1.15 a finales de abril, 1.17 en junio y 1.20 en marzo de 2017. Los pronósticos más favorables eran 1.02, 1.00 y 0,88 respectivamente. Los valores promedio se situaban entre 1.08/1.07 para el periodo. En unos días tendremos la encuesta de abril y veremos hasta qué punto lo ocurrido en este mes de marzo ha cambiado percepciones y sabremos si los hechos y las palabras de los bancos centrales en marzo, ha provocado algún cambio singular.
El mercado tiende a pronosticar a través del retrovisor y más allá de un ajuste a las condiciones de un dólar más débil que estamos teniendo estos días, sería una sorpresa que el sesgo no mantuviese parecida tendencia. Las razones macroeconómicas subyacentes no son diferentes a las de marzo y los mercados ya han pasado por el proceso de ajustar sus expectativas a las acciones y palabras de los bancos centrales. Siempre son posibles desviaciones del curso impuesto por los grandes factores –tipos de interés e indicadores económicos- pero manteniéndonos en un entorno como el de los últimos años, donde los bancos centrales tratan de llevar una política de comunicación de anticipar en lo posible sus medidas futuras a los mercados, las desviaciones tienden a revertir y así será mientras la credibilidad de quienes dirigen la política monetaria se mantenga esencialmente intacta. Los episodios de crisis en los mercados de enero y febrero se han reconducido en buena parte en marzo, e incluso los indicadores adelantados de crecimiento de la economía norteamericana ya ofrecen un perfil más favorable al tiempo que en la eurozona el BCE sigue activando en sucesivas fases la expansión de su política monetaria, tratando de premiar y abaratar la concesión de crédito. No hay en lo fundamental un cambio, de modo que no debe de haberlo en el sesgo de los pronósticos. Pueden darse algunos episodios de fuga hacía los 1.15/1.18 que habrían de ir perdiendo probabilidad y fuerza conforme pasen estas primeras semanas de abril.
Pero a pesar de que mantengamos esta convicción, los episodios de desplome de los mercados en los meses de enero y febrero, dejan entre sus consecuencias el limitar el potencial de apreciación del dólar en 2016. Se desprende de las acciones y discursos de laReserva Federal. Las economías emergentes sufren cuando el dólar se aprecia, las materias primas caen cuando el dólar se aprecia y eso recorta potencial de crecimiento y de inflación. Ahora sabemos que subirán los tipos para tratar de mantener los tipos reales al 0% y que quieren ir por detrás de la inflación, pero también que quieren estar seguros de que va para arriba. Sobre todo a través del crecimiento de los salarios.