Raúl Heras | Jueves 01 de septiembre de 2016
La llave para cerrar la puerta a unas terceras elecciones está en Euskadi. De lo que ocurra el 25 de septiembre en los comicios autonómicos dependerá lo que los españoles hagamos dos meses más tarde. Los 75 escaños que configuran la Cámara vasca pueden alterar los acuerdos y las negociaciones entre los partidos a nivel nacional. Urkullu sabe del poder de esa llave y está dispuesto a utilizarlo. Los otros líderes, tambien, con Rajoy deseando que los escaños del PP puedan ser decisivos para formar gobierno en Vitoria.
Dos dias de debate parlamentario en busca de una investidura imposible han servido para ver cómo los líderes politicos se preparan para acudir a las urnas en diciembre, por encima de sus discursos desde la tribuna de oradores. Han sido unas intervenciones ee campaña, dirigidas màs a los futuros votantes que a los parlamentarios que ocupaban el Hemiciclo.
El presidente en funciones lleva así màs de 250 dias. Gobierna en " bajo consumo" pero gobierna y sin tener que dar cuentas al Parlamento. Mariano Rajoy tiene màs cartas que sus adversarios: sabe a lo que ha comprometido a España en Europa, sabe la verdad de todas las cuentas públicas, y sabe que de repetirse las elecciones va a ser el más votado, que obtendrá màs escaños si aumenta la abstención y que si Ciudadanos se mantiene, entre los dos tendrán una cómoda mayoría absoluta.
En el lado de la oposición, el PSOE de Pedro Sánchez confía en recuperar votos a costa de Unidos Podemos y mantenerse como primer partido del nuevo bipartidismo imperfecto que se dibuja en el horizonte. Su alternativa es casi imposible: aceptar los votos de Iglesias y Garzón y los de los nacionalistas catalanes y vascos. Tras escuchar en el Hemiciclo del Congreso a Tardá eso resulta casi imposible.
Unidos Podemos puede haber alcanzado su techo en junio. Y si hay elecciones y aumenta la abstención van a ser los más perjudicados. Sus dos líderes lo saben e intentan evitarlo. Su " pequeña" salida está también en Euskadi, si se convierten en primera fuerza política y buscan junto al PSE-PSOE un gobierno que sistituya a los nacionalistas del PNV. Difícil pero posible.
El futuro de Ciudadanos depende de la credibilidad de Albert Rivera y de si consigue o no que España tenga una opción de centro que sirva de punto de encuentro - como el propio Rivera ha defendido en el Congreso - entre los dos partidos clásicos de nuestra democracia. Entre diciembre y junio perdió ocho escaños. No puede seguir bajando y su salida no es por la derecha, en la que el PP puede recuperar votos y escaños, es por la izquierda, la del PSOE e incluso la de Podemos - de ahí los ataques directos de Iglesias - cuyos votantes pueden " prestarle" a la formación naranja los apoyos necesarios para que el centro derecha logre la ansiada mayoría absoluta.
En ese escenario, lo que ocurra el 25 de este mes en Galicia y sobre todo en Euskadi es muy importante. Feijóo quiere revalidar su mayoría aprovechando las crisis que afectan a los socialistas gallegos y a las Mareas en las que confluyen Pedemos e Izquierda Unida. De nuevo aparecerá la sombra de los apoyos parlamentarios si no consigue bastarse por sí mismo.
Urkullu, por el contrario, tiene claro que para mantener al PNV en el gobierno va a necesitar los apoyos del PSE o del PP, más los de los socialistas que los de los populares, que pueden bajar de sus diez representantes en el Parlamento autonómico pese a que sus listas las encabece el ministro de Sanidad, algo, por otra parte, que al interesado no le " interesa" lo màs mínimo.
Si la carambola vasca se produce y los votos y escaños de los parlamentos autonómico y nacional se cruzan, puede que Rajoy se convierta en presidente en octubre. A los 170 escaños con que cuenta en estos momentos podrían sumarse los 5 del PNV y con el empate, salir como partido más votado. Una jugada difícil y casi imposible, pero la única para no tener que acudir todos a las urnas en diciembre.
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