Rafael G. Parra | Viernes 15 de julio de 2016
Uno de lo principales promotores e instigadores de las guerras en Libia y Siria fue el presidente francés François Hollande que no paró hasta acabar con Gadaffi -si se trata de quitar dictadores podría haber empezado por el rey de Arabia Saudí- y posteriormente lo intentó con Bashar el Assad. Ahora se sabe que las llamadas primaveras árabes no fueron más que una excusa para apoderarse de las riquezas petrolíferas de los países árabes que no están alineadas con las multinacionales del petróleo. Pero Hollande fue más allá y hasta llegó a denominar “luchadores por la libertad” a los jóvenes franceses que se alistaron en las filas del Isis para ir a luchar a Siria. Esos mismos jóvenes son los que tras sufrir la frustración de no poder acabar con Siria vuelven sus odios hacia sus mentores. Lo mismo que le ocurrió a Estados Unidos con Osama ben Laden.
Cinco años después de las “primaveras árabes” sólo hay un país, Túnez, que luce una democracia formal. En Egipto, la caída de Mubarak fue seguida por la victoria de los Hermanos Musulmanes y hubo que recurrir de nuevo al Ejército, al mando del general Abdelfatah al Sisi, para destituir al presidente elegido Mohamed Morsi. En Libia reina el mayor de los desastres que ha provocado que las ciudades costeras hayan sido tomadas por los traficantes de personas que, en gran parte, acaban ahogados en el Mediterráneo. Solo la guerra de Siria ha provocado un millón de refugiados que tratan desesperadamente de llegar a algún lugar seguro,
Cada vez hay más personas en Francia -y en España- que reconocen que la oleada de atentados islamistas tiene su origen en la decisión de Hollande y de otros jefes de Gobierno de organizar guerras para que sus amigos de las grandes empresas multinacionales saquen beneficios extraordinarios sin importarles. Pero hasta que en algún país se llegue a la conclusión de llevar a los tribunales a estos dirigentes políticos no van a parar ya que saben que nadie les va a hacer pagar los platos rotos y las miles de vidas perdidas. En España cuando José María Aznar se unió a Bush y a a Tony Blair para lanzar la guerra de Irak, hubo una iniciativa de intentar procesar al presidente español por atacar un país extranjero sin permiso previo del Congreso, pero doce años después ningún juez ha tenido el valor suficiente para procesarle. Y mientras estos mandatarios se sientan seguros e inmunes a cualquier condena van a seguir llevándonos al desastre. Eso si cuando ocurre un nuevo atentado, como la última masacre de Niza, todos son llamamientos a la unidad, pero cuando se trata de hacer una guerra no te piden ni tu opinión.
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