El exministro de Asuntos Exteriores José Manuel García-Margallo ha admitido que durante su tiempo en el Gobierno tuvo discrepancias con la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y con el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, sobre la
"visión de España" y sobre cómo afrontar la relación con Cataluña
En concreto, ha relatado que él era partidario de una reforma del sistema de financiación autonómica, "pero el ministro de Hacienda no creía que fuese necesario en estos momentos" y ha criticado la judicialización de la política: "La vía de aplicar la norma y llevar todas las cuestiones a los tribunales es judicializar la vida política y eso nos lleva a un choque de trenes, a un conflicto, y eso es lo que hay que evitar".
En una entrevista en una emisora privada, recogida por Europa Press, ha explicado que él apuesta por "ser muy firme en las líneas esenciales" como defender la unidad de España y la soberanía nacional pero "muy flexible en aquellas cosas que han producido un auge del separatismo en poco tiempo".
En este punto, además de la inversión en infraestructuras y el respeto a la identidad cultural, ha aludido al sistema de financiación autonómica, que produjo "distorsiones y discriminaciones muy importantes y ha generado el 'España nos roba'". "Es obvio que eso no se satisface con préstamos, como se ha venido haciendo", ha añadido.
En esa línea, ha dejado claro que había discrepancias sobre "lo que debe ser la unidad, la cohesión y cómo ganarse el afecto de los catalanes que se han sentido molestos con la actuación del Gobierno". A su modo de ver, "en política hay que mantener siempre los puentes abiertos".
Para Margallo, el soberanismo en Cataluña es el principal problema que tiene España, hoy en día hay más separatistas que hace cuatro años "y es responsabilidad de todo el mundo". No obstante, luego ha matizado que la máxima responsabilidad es de Convergència, que con su estrategia ha pasado de poder negociar con todo el mundo desde CiU a caer en "la irrelevancia más absoluta".
LA EXTREMA IZQUIERDA NO LE CONVIENE A CATALUÑA
De paso, ha avisado de que Cataluña "por el camino que va está abocada a caer en manos de la izquierda, o de la extrema izquierda que es lo contrario de lo que le conviene a una sociedad industrializada". Es más, cree que a Cataluña no le conviene que Ada Colau gobierne en Barcelona que la CUP dicte la política desde el Parlament.
No obstante, el ex ministro cree que deducir una victoria de las tesis de Montoro y Santamaría --que siguen en el Gobierno, mientras Margallo ha salido-- sería "simplificar". A su modo de ver, lo que sucedía es que en el Consejo de Ministros había opiniones diferentes, que se manifestaban "con absoluta claridad", y las suyas a veces no coincidían "con la línea mayoritaria".
También ha reconocido que en el Gobierno había dos grupos, que ha venido a resumir en "los más liberales, que creen que el mercado lo arregla todo", y los que vienen, como él mismo, de la democracia cristiana, que creen que "tiene que haber unas reglas para que el mercado funcione" y mecanismos de compensación.
DOS GRUPOS EN EL GOBIERNO
Margallo está convencido de que el grupo de que él formaba parte, y que se reunía de vez en cuando seguirá viéndose, porque son todos "amigos", incluso ha añadido que son "probablemente los más fieles a Mariano Rajoy". Como miembros de ese grupo ha mencionado a los exministros Ana Pastor (hoy presidenta del Congreso), Miguel Arias Cañete (hoy comisario europeo) y José Manuel Soria (dimitido) y la ministra de Agricultura Isabel García Tejerina.
Ese grupo, ha admitido, tenía una "visión del gobierno muy distinta que otro grupo que también tenía ciertos vínculos de amistad y solidaridad interna". "La vicepresidenta es obvio que lidera un grupo y que tenía una visión de lo que es España distinta a la mía", ha reconocido.
Margallo ha admitido que él estaba "dispuesto a seguir" como ministro pero ha dejado claro que entiende sus sustitución y que no le ha pedido ninguna explicación al presidente, Mariano Rajoy. Aunque no ha querido vincularlo explícitamente, ha apuntado que él "probablemente" ha expresado sus opiniones "con excesiva claridad", incluso sus discrepancias "con excesiva tozudez".