Es una metáfora de su forma de hacer política y sobre todo de su forma de "estar" en política. Realmente es un hombre imperturbable, que administra sus silencios con más acierto que error porque de lo contrario no sería un superviviente nato. Treinta años en política dan mucho de sí. Es tiempo suficiente para aprender más de un "truco", que en política hay muchos, y una eternidad para cometer errores, que sin duda, más de uno ya tiene en su mochila.
Lo sorprendente es que todavía existan quienes cuando afirman eso de que "Rajoy se fuma un puro" lo digan en la convicción de que no se entera de nada, de que no hace nada, que lo suyo es dejar ir las cosas. En fin, que es una especie de pasmarote al que si los acontecimientos le son favorables es por pura casualidad, por capricho del destino. ¿Tiene la culpa de la crisis socialista?. En muchas ocasiones los errores ajenos convierten a uno en auténtico campeón.
Creo, no obstante, que Rajoy se las sabe todas o casi todas. Otra cosa es que no lo declare, que no entre a los trapos propios y ajenos, que no meta ruido. Creo que el error mayúsculo de muchos ha sido despreciar o infravalorar su forma de "estar" en política y el suyo, el de Rajoy es no darse a conocer más de lo que lo ha hecho, el no cultivar la distancia corta que es donde de verdad gana y que en política es una herramienta que deshace muchos entuertos y rompe muchos apriorismos.
Rajoy ya no fuma y además ya tiene Gobierno dispuesto a transitar por una legislatura que va a estar llena de charcos. La Oposición, como es natural, se dispone a ejercer de tal y así debe ser porque ese es el mandato que han recibido. Aunque ya no fuma, Rajoy sabe que no lo va a tener fácil pero si algo hay que ir teniendo claro es que los charcos que pise van a ser los justos y tratará de le salpiquen lo menos posible.
Quienes le conocen muy de cerca aseguran que la legislatura de la crisis fue "excepcionalmente dura en la que todos dejamos de ser un poco, como de verdad somos. Rajoy va a hablar y mucho y va a negociar y sabe que va a tener que ceder. Se reunirá con todos y con todos tratará de llegar a acuerdos. Lo que no está tan claro es que los demás sepan cuánta paciencia es capaz de tener, lo correoso que puede ser y el poco miedo, por no decir ninguno, que tiene a la hora de tomar decisiones. De lo contrario este país se hubiera ido a la porra hace tiempo".
Rajoy ya es un personaje más que conocido. Sabemos de sus dotes parlamentarios, de sus silencios que irritan. Lo que queda por averiguar es cómo dirigirá Pablo Iglesias a su grupo, qué discursos quedan por dar a Gabriel Rufián, cómo actuará Albert Rivera en el estrecho espacio que le queda entre su sí a Rajoy y su papel de Oposición y cómo Javier Fernández -otro con paciencia de santo- gestionará esa abstención que tanta herida ha provocado en su partido.
Estar atentos a Rajoy es más que obligado. A fin de cuentas es el máximo responsable de un Gobierno que sólo tiene, de manera segura, 137 escaños, y que, por tanto, tendrá que actuar de manera hasta ahora inédita. Tan inédita como la situación de la propia Oposición en cuyo escenario la pugna entre la izquierda puede convertirse en estrategia. Que Rajoy no se fuma un puro es solo una humilde sugerencia.