Con la primavera llega la temporada de varias frutas como la fresa, característica por ser muy baja en calorías (apenas contiene 70-80 kilocalorías por ración). Según el patrón de dieta mediterránea se deberían tomar, al menos, tres raciones de fruta al día, de unos 150-200 gramos por ración, lo que se traduce en el equivalente a una taza de fresas.
Otro de sus beneficios es que cualquier momento del día es idóneo para tomarlas, por lo que comerlas varias veces por semana, aprovechando la temporada de la primavera, es una buena elección, siempre y cuando no se olvide introducir otras variedades de frutas, ricas en otros componentes.
Su consumo en España es altísimo, es más, es el primer exportador europeo de esta fruta y uno de los primeros del mundo, después de Estados Unidos. Del campo español salen cerca de 300.000 toneladas de fresas al año, de la cual un 95% sale de Huelva. Su consumo debe ser rápido porque su vida útil es bastante corta, entre 8 y 9 días, aunque se conservan aceptablemente en congelación durante meses.
Sorprendentemente, la mayor parte d los antioxidantes de la fresa residen en las pepitas. Sin ir más lejos, un 81% se encuentran allí. Las pepitas también conocidas como aquenio, corresponden a un 7,5% del peso seco de la fresa.
La experta de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (SEDCA) Andrea Calderón detalla que la fresa podría contribuir a un menor riesgo de cáncer y de enfermedades cardiovaculares, a regular el colesterol sanguíneo, a mejorar el
sistema inmunológico, a aumentar la capacidad neuronal, a reducir los procesos inflamatorios y a retrasar los procesos de oxidación y de envejecimiento en el organismo. "Pese a todo ello, son escasos los estudios científicos en fresas por el momento, y es necesario aumentar las investigaciones de este alimento tan consumido en España para poder corroborar algunos resultados", indica.
En cuanto a su composición nutricional, la nutricionista explica que aproximadamente un 90% es agua. "El siguiente ingrediente mayoritario serían los hidratos de carbono (fructosa, glucosa y xilitol), correspondiendo a un 7% de la misma. Además, es buena fuente de vitamina C, llegando a contener mayor cantidad que una naranja. También es rica en: potasio, antocianinas, fibra y ácidos orgánicos como el ácido oxálico, cítrico (potenciador de la acción de la vitamina C), málico y pequeñas cantidades de ácido salicílico (antiinflamatorio y anticoagulante)", remarca.
Por otro lado, la nutricionista recuerda que la fresa contiene polifenoles que aportan "grandes beneficios" para la salud, además de conferirle el color tan característico, o las antocianinas, y otros como el ácido elágico, quercetina y catequinas. "Gracias a estas sustancias se considera que las fresas son una de las frutas más antioxidantes del mercado. En una taza de 150 gramos de fresa residen ni más ni menos que 300 mg de compuestos fenólicos antioxidantes", añade.
SU PODER ANTICANCERÍGENO
En concreto, explica que estos antioxidantes bloquean el efecto dañino de la oxidación proveniente de factores externos de la dieta, del medio ambiente, del tabaco, o de la contaminación. "Se ha demostrado que las fresas tienen un poder antiinflamatorio, pueden eliminar los radicales libres como el superóxido, son anticancerígenas frente algunos tipos de cáncer, bloqueando el inicio y desarrollo de la carcinogénesis y promoviendo la supresión tumoral. Por ejemplo 1 taza diaria podría disminuir el riesgo de cáncer de pulmón gracias a la quercetina y el ácido elágico contenido", alerta.
Otras investigaciones que se han realizado sólo en animales apuntan a los mismos resultados, una disminución de la aparición de tumores cutáneos en ratas en un 50% gracias de nuevo a la quercetina, y en el cáncer de mama y de colon. En cambio, otros estudios no han encontrado tal asociación. La Universidad Estatal de Ohio (EEUU) encontró una posible asociación entre el consumo frecuente de fresa y un menor riesgo de cáncer de esófago.
Por otro lado, también tienen una acción frente a las enfermedades cardiovasculares previniendo frente a enfermedades cardíacas, hipercolesterolemias y arteroesclerosis.
Por una parte, promueven una adecuada función endotelial, menor oxidación del colesterol LDL y menor riesgo de fijación de placas de ateroma, según precisa, ya que tras un consumo habitual de fresas aumenta la concentración de antioxidantes en
plasma que desempeñan esta acción, y por otra parte, disminuyen la tendencia de trombosis.
Otros compuestos fenólicos de la fresa ayudan a la mejora del sistema inmunológico por su actividad antiviral frente a algunos tipos de virus (quercetina) y hasta se ha visto que podría disminuir sustancias que promueven el asma y frente a reacciones alérgicas en el organismo.
Incluso algunos estudios apuntan que posiblemente las fresas tengan un efecto positivo en el cerebro, retrasando su envejecimiento y promoviendo una buena salud mental. Se ha comprobado que algunos de sus componentes inhiben el COX-2, principal estimulador de prostaglandinas inflamatorias, relacionadas con episodios de cáncer, enfermedad cardiovascular y Alzheimer.