Manuel López Puga
Martes 21 de octubre de 2014
La nueva delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, prefirió sacar del armario sus vestidos de marca y de pasarela que la chupa de cuero de motorista, mquizás para no aparecer como la superpolicía que el Gobierno de Rajoy quiere que controle y apacigüe las calles de Madrid que ya en otras épocas de Gobiernos del PP, en concreto de José Maía Aznar, pero también en las del PSOE, se ganó justa fama de "manifestódromo" nacional. En palabras de algunos dirigentes del PP, su objetivo es "conseguir que en Madrid se cumpla la Ley" y se "impida la toma de calles y plazas", en alusión muy directa al Movimiento del 15-M que se instaló con sus tiendas en la Puerta del Sol desde el 15 de mayo de 2011 hasta poco antes de las elecciones generales del 20 de noviembre último.
Los llamamientos constantes de Esperanza Aguirre a la delegada del Gobierno de Zapatero en esos meses fue ron constantes e incluso se utilizó a los comerciantes de la zona centro de Madrid para que intentaran llevar a los tribunales la ocupación de la plaza, sin ningún éxito. Los sindicatos policiales más cercanos al PP acusaron, incluso, al Gobierno del PSOE de atar las manos a la Policía para que no pudiera intervenir y hasta se lanzaron bulos, que nadie sabe de donde salían, de que los del 15-M iban a asaltar la Bolsa o el Congreso. Con las nuevas escaramuzas de los grupos que organizan entradas al metro sin pagar, ya han vuelto a resurgir las voces de las cavernas exigiendo a Cifuentes mano dura.
Las primeras intervenciones de Cristina Cifuentes como delegada del Gobierno han ido en la dirección de tratar de domesticar a lo que queda del 15-M tratando de prohibir
las manifestaciones no autorizadas y reclamando a sus dirigentes que pidan los permisos reglamentarios. En las concentraciones no autorizadas, la policía ha comenzado
a informar a los asistentes de que su actitud podría ser sancionada con una multa de 3.000 euros, lo que suena a aviso de que si siguen en su actitud en comenzarán a caer
las multas y de ahí, seguramente, se pasará a mayores.
La realidad es que, tras la victoria del PP, en Madrid parece que las cosas han vuelto al cauce anterior y que los dolores de cabeza de la nueva delegada van a venir menos por el 15-M que por los sindicatos, que ya han organizado las primeras escaramuzas para una huelga general de servicios en la Comunidad de Madrid, y que como ha reconocido el propio mariano rajoy, lo más seguro es que acaben organizando un paro general contra la reforma laboral que va a hacer el Gobierno.