Martes 21 de octubre de 2014
Los domingos tristes arruinan parejas y vuelven el pan duro, mucho más cuándo ha subido el IVA y se han puesto en marcha medidas sociales que Europa nos exige pero que modifican nuestra manera de vivir. Supongo que el sábado a las cero horas se acordarían de ajustar los relojes al nuevo horario de pobreza, bienvenidos al invierno del consumo en el que nada será igual.
No le veo a Rajoy el lado sadomaso así que estará convenido de que esto es lo que hay que hacer, y por otra parte es lo que le han dicho que haga, ¿pero y si no funciona la receta y el enfermo sigue con fiebre? En todo proceso de peligro siempre hay un punto de escapatoria, me gustaría saber hacia dónde hay que dirigirse en caso de que las cosas se pongan peor y la economía lejos de reactivarse se hunda. Hemos pasado de echarle la culpa de todos los males a Zapatero y ahora le toca el turno a Rajoy, muy bien, ¿y si no funciona el experimento de Rajoy? En Italia terminaron con Monti que es un dirigente que no ha pasado por las urnas y eso da cierto pavor/miedo. Aquí por falta de voluntarios no va a ser pero me parece que son más los que se ponen en el lado del que se escora la nave, de ahí que se barrunte el estropicio, al menos haría falta alguien en el otro costado para compensar el desequilibrio. Caso de seguir pidiendo las comunidades el fondo de rescate acabaremos siendo todos “el mismo fondo”; los demás aplican el criterio de Rajoy: “no sé si debo decirlo pero he sido yo quién ha pedido la ayuda a Europa”, (cámbiese Bruselas por Madrid y se adapta el pensamiento a modelo regional).
Esta mirada triste ya la conocemos, es la de no tener asumido el 98 y de ahí pasar de puntillas por un siglo XX bastante tristón y en el que volvimos la mirada interior para encontrar pocos pozos de alegría. No salimos de Delibes en el campo, ni de Umbral en la ciudad. Nostalgia heredada de pasados mejores que hemos sido incapaces de mantener con cierta dignidad y luego preguntan por qué miramos tristes. Esa manera de vivir a lo loco se ha consumido igual que el pasto del campo en los últimos incendios, de ahí el olor a quemado y el polvo de la ceniza que se cuela por debajo de las puertas.
Sería estupendo que el Gobierno contara cuál es el plan de evacuación para saber a qué puntos dirigirnos en caso de que las medidas no rulen. Es verdad que todo es de Merkel, hasta nuestro futuro más inmediato, pero tampoco le vamos a entregar el alma con esta resignación de cordero manso. Quizá la rebeldía solo haya quedado para gritar en un campo de fútbol como decía Indro Montanelli de los romanos.