Martes 21 de octubre de 2014
Un político no tiene ni vida ni conversación privada salvo entre las cuatro paredes de su casa e incluso en esos casos, como hemos visto en las últimas horas, debe evitar utilizar internet.
Esto que afirmo sé que es una demasía, pero está visto que rodeados de micrófonos, cámaras y fotógrafos, cualquier cosa que dicen o hacen es difundida inmediatamente y conocida por todo el mundo, por eso los políticos deberían aprender de Mourinho que, cada vez que dice algo que no quiere que le capten las cámaras se tapa la boca con la mano.
Una de las representantes públicas que más veces la pillan diciendo alguna inconveniencia es Esperanza Aguirre que un día se refirió al “hijoputa”, con sospecha de que se tratase de un compañero suyo, y ayer contó un chiste diciendo que “había que rehabilitar la pena de muerte para los arquitectos porque sus crímenes duran toda la vida”, un comentario impresentable que ella misma ha reconocido que fue así y por el que ha pedido perdón, a pesar de que dice que lo dijo en una conversación privada.
Contrariamente a algunos compañeros suyos de partido que van de exquisitos y piden perdón cada vez que se les escapa una ventosidad – física o mental – ella va por la vida como si fuese el patio de su casa, y aunque es marquesa tiene toda la pinta de ser una maruja sin rulos. Siempre que se le ocurre algo lo dice en voz alta y, como está rodeada de gente que le ríe las gracias no aprende a ser políticamente correcta, que es algo que deberían ser los políticos.
La ventaja que se tiene con la Presidente de la Comunidad de Madrid es que se la ve venir y sabes que no te va a engañar. Ésta, si va, va y si viene, viene. No es como otros de los suyos que unas veces mean agua bendita y otras se travisten de progres irredentos para hacerse perdonar sus pecados.
Criticar a Esperanza Aguirre por lo que dice o hace es legítimo pero insultarla o desearle la muerte como he leído que hacen algunos en facebook o en twitter, solo demuestra la bajeza moral de quienes lo hacen.