Tenía una carrera en el PP siempre a la sombra de Esperanza Aguirre y de Ignacio González. Conocía las luchas internas de su partido y los cuchillos que periódicamente volaban ante sus ojos. Soñaba con más y se desesperaba por los menos que recibía. Hasta que en 2012 todo cambió. Y en 2015 el cambio la llevó a una candidatura inesperada y al palacio de la Puerta del Sol. Presidenta. El martes era apenas una línea en su curriculum, algo sin importancia. Y con amigos en la Universidad de total confianza para el PP, al igual que ocurre en otras Universidades para líderes y dirigentes del PSOE, tanto públicas como privadas.
Ahí está la clave de inicio de este sainete en el que van a salir muy mal las instituciones políticas, las educativas y las periodísticas. Y en la solución, que la va a haber de forma rápida, se ha puesto la cabeza de Cifuentes sobre una mesa en la que Rajoy y Rivera se han puesto a jugar al mús, con órdagos a la grande por parte de ambos dirigentes.
El líder de Ciudadanos ya ha lanzado el suyo con la petición de dimisión tras dar unas cartas con las que no quiere jugar el PP; y el presidente de este partido le ha dicho quiero y le emplaza a que si quiere la cabeza de su compañera apoye la moción de censura del PSOE. Sabe Rajoy que Rivera no quiere un gobierno de izquierdas en Madrid, pero que sí quiere cobrarse una pieza más en su cacería por los votantes del PP. Cambios sí, pero dentro de la derecha. Quitar a Cristina y apoyar a otro dirigente.
Ordago contra órdago. A ver quien tiene mejores cartas o más atrevimiento para la apuesta. La que pierde siempre es Cifuentes, en un juego en el que ella no puede apostar. Ya lo ha dicho Martínez Maillo y ya le han respondido que, hoy por hoy, no hay negociación por debajo de la mesa.
Puede que pierdan los dos, que la obstinación de jugar las cartas electorales les lleven a las siguientes apuestas: al partido emergente a apoyar a un partido y a un candidato que no quieren pero que puede que no tengan más remedio que hacerlo; y al partido tradicional de la derecha española a dejar que lo haga para demostrar a sus votantes que “el nuevo” les traiciona por la izquierda. Un cálculo que puede demostrarse tan equivocado en junio de 2019 que deje al PP fuera de los gobiernos autonómicos y municipales y encaminado a una gran derrota en las generales.
Las cartas están tan marcadas que por mucho que quieran taparlas Rivera y Rajoy y los que les acompañan resulta imposible. Son ellos los que juegan, con Sánchez e Iglesias de testigos incómodos. Vamos a ver en estos días de qué pastan están hechos y cómo majena sus nervios.