Los Presupuestos Generales del estado están aprobados y tienen dos claros vencedores, el ex-ministro y el lendakari vasco. Al portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, se le notaba en la cara: ni un recorte a los millones comprometidos por el PP ante Iñigo Urkullu, cuando gobernaba pese a sus intenciones de recorte en el Senado al perder el poder por esos cinco votos del nacionalismo vasco. Los últimos 540 millones que permitieron el sueño de toda una Legislatura a Mariano Rajoy el 23 de mayo se irán enteritos a Euskadi.
Sánchez y sus ministros ya podrán negociar y cumplir con Autonomías y Ayuntamientos, el Cine verá recortar su IVA al 10%, los afectados por la talidomida tendrán que esperar un poco pero tienen la promesa de una ley que les indemnice con algunos millones más de los 20 que aparecen en los PGE. Aragón tendrá que buscar sus millones por otro lado y, lo más importante y que no aparece en el apartado de los números y sí en el de los secretos de Estado: Adriana Lastra, la socialista que ha dejado Pedro Sánchez en la Cámara y no en el Gobierno para que controle la actividad parlamentaria con sus 84 escaños y la necesidad de continuos pactos con el resto de las fuerzas - Podemos en primer lugar - será la presidenta de la Comisión de Gastos Reservados, esos que no se explican por su carácter de secretos y entre los que aparecen los servicios de información, con el CNI en primer lugar.
Un “detalle” que hay que unir a otro que ha pasado más desapercibido pero que incluso es aún más importante: la ministra de Defensa, Margarita Robles, no ha escogido para ser jefa de su Gabinete a una persona cualificada - que lo es y mucho Esperanza Casteleiro - ha llamado y convencido para ese puesto clave a la que fuera durante cuatro años número dos del Centro Nacional de Inteligencia y a la que cesó en 2008 el por entonces su jefe, Alberto Saiz, el hombre de confianza de José Bono y al que cesaría a su vez y apenas unos meses más tarde, Carme Chacón cuando llegó al Ministerio de Defensa.
Los secretos de la vida oficial y pública de España van a estar bajo tres pares de ojos femeninos: los de Lastra, los de Casteleiro y los de Robles. Si alguien todavía piensa y duda de los cambios que se han producido en apenas un mes, que se haga examinar con urgencia. Es esa parte del poder que no aparece en las ruedas de prensa y en las declaraciones ministeriales pero que se siente en la sombra y que es capaz de mover muchos e importantes sillones, no sólo en el ámbito de la política.