Dados los gustos cinematográficos del nuevo líder de la derecha española ( con permiso de Albert Rivera ) me asalta la duda a la hora de colocar lo que está pasando en el seno del PP en la órbita de la saga galáctica de George Luckas o de la serie televisiva basada en la novela de Evelyn Waugh. Se puede mirar al futuro narrado con clichés del pasado o al pasado con la nostalgia de un futuro imposible. Podemos visitar la luna de Endor y hacernos cómplices de ese peculiar universo de los ewoks que pululan por las plantas y los pasillos del universo “genovés” en este remake de “El retorno del Jedi”; o bien, cargados de nostálgicas dudas, atribuirle al ex presidente que cambió a la derecha española hace 25 años el papel de Lord Marchmain, el patriarca de “Retorno a Brideshead”. Personajes y protagonistas para ambas opciones hay para aburrir, con buenos, malos, héroes y malvados, relaciones dudosas, ambiciones por encima de cualquier ambición moderada.
Puede que si desde el Partido Popular miran hacia el exterior vean en el tercer episodio de la saga norteamericana muchos puntos en común con lo que les ha pasado en estos tiempos en su relación con su gran adversario, el PSOE de Pedro Sánchez quien, convertido en un “resucitado” Darth Vader pretende construir a marchas forzadas una nueva “estrella de la muerte” que arroje a la derecha española al ostracismo durante seis años al menos. Siempre con permiso de unos aliados tan inestables como las derechas autonómicas de Cataluña y Euskadi.
Si miramos como espectadores al interior del partido, las batallas familiares del castillo de Brideshead encajarían de forma perfecta en las confrontaciones que hemos contemplado a lo largo de los últimos seis años entre Cospedal y Santamaría, las dos grandes matriarcas “fabricadas” por Rajoy para su mayor gloria y poder; y, especialmente, en las trepidantes e inesperadas semanas que arrancan a finales de mayo y han terminado - de forma provisional, que no se engañen - con la victoria de Pablo Casado en el Congreso extraordinario de los tres mil compromisarios. Ya se sabe que las peores guerras son las que enfrentan a las familias, con rencores que se quedan anclados para siempre en la memoria de los descendientes y con las herencias recibidas como bolas de hierro en los bolsillos.
El recién elegido presidente de los populares quiere “recoser” el partido y ha escenificado en la planta noble el regreso de los tres tenores que ha tenido la formación en sus treinta años de vida. Curiosamente, el empleo de la moción de censura como arma política les une más de lo que ellos mismos piensan. La empleó Hernández Mancha contra Felipe González y la perdió tras un agrio enfrentamiento con Alfonso Guerra; la pensó Aznar y buscó para ello la complicidad de Julio Anguita, pero el líder comunista dijo no, que una cosa era el “sorpasso” sobre el socialismo y otra subirse al mismo carro que la derecha; y la ha sufrido y perdido Rajoy a manos de Pedro Sánchez y apoyado éste por parlamentarios de todos los colores y futuros.
Suceda lo que suceda en las próxima semanas y meses lo que no podemos negar es que la derecha española produce unas secuelas políticas muy cinematográficas.