Toda la cúpula de Vox ha pasado por el PP. Unos con cargos y otros con sus votos desde que José María Aznar consiguiera tras su llegada a la presidencia del partido en 1990 aglutinar a todo el espectro de la derecha bajo unas mismas siglas. Con Santiago Abascal a la cabeza muchos se fueron y se están yendo por dos motivos - y que cada cual los coloque en el orden que prefiera: por sentirse postergados por la dirección en sus legítimas ambiciones, y por las diferencias de criterio político a la hora de afrontar los programas electorales y las distintas citas con las urnas.
Si hubo una primera huída masiva hacia Ciudadanos cuando Albert Rivera creó la formación naranja en 2005, a partir de Cataluña y hoy potenciada por los resultados de Andalucía, el indudable éxito de Vox en esa Comunidad ha hecho que en la nueva Ejecutiva del PP las alarmas sean dobles. Ya no se sienten atacados desde el centro, la pinza es doble y el posicionamiento electoral más difícil. Y entre las dificultades a combatir de forma preventiva destacan las listas.
Sean cuales sean los resultados finales de las autonómicas, municipales y europeas de mayo, en el Partido Popular admiten que los resultados de 2015 no se van a dar, que van a perder parlamentarios y concejales y que, si siempre la pelea interna por ir en puestos de salida es encarnizada, ahora lo será mucho más. Y que todo aquel que piense que se es injusto con su puesto en las listas populares y que peligra el “sillón” que tiene, o que puede lograrlo con otras siglas, va a dar el salto y se va a pasar a Vox, por la derecha, y a Ciudadanos por el centro.
Esa doble motivación está en el retraso de dar a conocer quienes serán los candidatos. Una decisión que está más basada en el miedo a perder nombres y votos que a establecer el nuevo programa ideológico del partido. Hasta Pablo Casado lo ha reconocido aprovechando las negociaciones con Ciudadanos para formar gobierno en Andalucía y arrebatar al PSOE de Susana Díaz el poder: le ha pedido a Rivera que se escore hacia el centro izquierda para quitarle votos y espacio político a los socialistas. Así podría dar él le viraje que viene solicitando desde hace meses José María Aznar y plantear a su excompañero Abascal acuerdos y puede que, de cara a mayo, hasta listas conjuntas.
Casado y Abascal han coincidido en el PP desde que entraron en el partido, primero en Nuevas Generaciones y más tarde amparados ambos por Esperanza Aguirre en Madrid y María San Gil en el País Vasco. Y ambos unidos por el liderazgo histórico de Aznar, y también y sobre todo Abascal y su plana mayor a nivel mediático por el apoyo sin fisuras que ha recibido de dos grupos: el de Intereconomia y La Gaceta que dirige Julio Ariza, y el de Libertad Digital que comanda Federico Jiménez Losantos.
El miedo en el PP es más fuerte en los municipios donde puede haber cambios en los liderazgos en los próximos meses. Se elegirán 67.500 concejales en 8093 municipios , y 804 diputados autonómicos en trece Comunidades, con Madrid y sus 129 a la cabeza y La Rioja y Castilla la Mancha y sus 33 en la cola.
La preocupación llega también a la izquierda, más a Podemos que al PSOE. Los socialistas han “mejorado” desde que están en el poder, no de forma excesiva pero puede que suficiente para poder mantener las autonomías que gobiernan. Lo contrario les pasa a los dirigentes de Podemos que ya han comprobado que una parte de su electorado, los más desencantados por el 15M y que no tienen un voto ideológico pueden “pasarse” a votar a Vox tal y como ya ha sucedido en Andalucía.