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¿Crecimiento desigual?: distribución del ingreso y pobreza en los países de la OCDE

Martes 21 de octubre de 2014
¿La desigualdad en los ingresos ha aumentado con el tiempo? ¿Quién ha ganado y quién ha perdido en este proceso? ¿Este proceso ha afectado a todos los países de la OCDE de manera uniforme? ¿En qué grado las desigualdades más amplias se deben a las mayores diferencias en los ingresos personales entre los trabajadores, y cómo se ven afectadas por otros factores? Por último, ¿cómo afecta a estas tendencias la redistribución gubernamental mediante el sistema de beneficios fiscales? Éstas son algunas de las interrogantes que se plantean en este informe; y las respuestas sorprenderán a muchos lectores.

Este informe proporciona datos sobre un aumento bastante generalizado en la desigualdad en los ingresos durante los dos últimos decenios en toda la OCDE, pero el momento, la intensidad y las causas de ese aumento discrepan de lo que habitualmente indican los medios de comunicación.
¿Crecimiento desigual? reúne una serie de análisis sobre la distribución de los recursos económicos en los países de la OCDE. Los datos de la distribución del ingreso y de la pobreza abarcan, por vez primera, a todos los 30 países de la OCDE a mediados del siglo xx; mientras que la información sobre las tendencias que se extienden hasta mediados de la década de 1980 se proporciona para aproximadamente dos terceras partes de los países. Este informe también describe las desigualdades en una serie de campos (como patrimonio familiar, patrones de consumo, servicios públicos en especie) que normalmente se excluyen del análisis convencional sobre la distribución de los recursos económicos entre los individuos y las familias. Precisamente cuánta desigualdad existe en una sociedad no se determina de manera aleatoria, ni trasciende el poder de los gobiernos para cambiar, siempre que tomen nota del tipo de datos actualizados incluidos en este informe.

Si uno le pregunta a una persona común y corriente cuáles son los principales problemas que el mundo enfrenta en la actualidad, es probable que una de las primeras cosas que mencione sea la ―desigualdad y la pobreza‖. Existe la preocupación generalizada de que el crecimiento económico no se está compartiendo en forma equitativa. Una encuesta realizada por la BBC en febrero del 2008 indica que aproximadamente dos terceras partes de la población de 34 países pensaba que ―el desarrollo económico de los últimos años‖ no se ha compartido de manera equitativa. En Corea, Portugal, Italia, Japón y Turquía, más del 80% de los encuestados estuvieron de acuerdo con esa aseveración. Existen muchos otros estudios y encuestas que indican lo mismo. ¿Así que la gente tiene razón al pensar que "los ricos se enriquecieron más y los pobres se empobrecieron más?"
Como sucede a menudo con preguntas sencillas, dar respuestas de la misma índole es mucho más difícil. Es indudable que los países más ricos se han enriquecido más y que a algunos de los países más pobres les ha ido relativamente mal. Por otra parte, el rápido crecimiento del ingreso en China y en la India ha sacado a millones y millones de personas de la pobreza. Así que si uno es optimista o pesimista sobre lo que está sucediendo en el mundo respecto a la desigualdad en los ingresos y a la pobreza depende de si uno piensa en un vaso medio lleno o en uno medio vacío. Ambas visiones son ciertas. Incluso si coincidiéramos en que el mundo está volviéndose más desigual, quizá no sólo se deba a la globalización.

Existen otras explicaciones posibles: el cambio tecnológico que favorece las habilidades (así quienes saben cómo aprovechar la Internet ganan, y quienes no saben pierden; por ejemplo) o los cambios en el estilo normativo (entonces los sindicatos son más débiles y los trabajadores están menos protegidos que antes) son otras razones de por qué podría estar creciendo la desigualdad. Todas estas teorías tienen defensores académicos muy respetados. Es muy probable que todos estos factores ejerzan una función.

Este informe examina a los 30 países desarrollados de la OCDE. Muestra que ha habido un aumento de la desigualdad en los ingresos que ha ocurrido mínimo desde mediados de los años ochenta y probablemente desde mediados de los setenta. El aumento ha afectado a la mayoría de los países (pero no a todos), con fuertes aumentos recientemente en Canadá y en Alemania, por ejemplo, pero con disminuciones en México, Grecia y en el Reino Unido.

Pero el aumento de la desigualdad, aunque generalizado e importante, no ha sido tan espectacular como la mayoría de la gente probablemente piensa que ha sido. De hecho, durante esos 20 años, el aumento promedio ha sido aproximadamente de 2 puntos Gini (el coeficiente de Gini es la mejor medida de la desigualdad en los ingresos). Éste es el mismo que la actual diferencia en la desigualdad entre Alemania y Canadá; una diferencia evidente, pero no una que justifique hablar del desmoronamiento de la sociedad. Esta diferencia entre lo que los datos demuestran y lo que la gente piensa sin duda refleja parcialmente el llamado ―efecto de la revista Hola‖; leemos sobre los ultra ricos, que se han enriquecido mucho más y, por consiguiente, han atraído una desmesurada atención de los medios. El ingreso de los ultra ricos no está considerado en este informe, ya que no puede medirse de manera adecuada mediante las fuentes de datos habituales sobre la distribución del ingreso. Eso no significa que los ingresos de los ultra ricos sean poco importantes; una de las principales razones por las que a la gente le preocupa la desigualdad es la equidad; y muchas personas consideran que el ingreso de algunos individuos es grotescamente injusto.

El aumento moderado de la desigualdad registrado durante los dos últimos decenios oculta una tendencia implícita más extensa. En los países desarrollados, los gobiernos han estado exigiendo más impuestos y gastando más para compensar la tendencia hacia más desigualdad; hoy en día, gastan más en políticas sociales que en cualquier época de la historia. Claro, deben gastar más por el rápido envejecimiento de la población en los países desarrollados; se necesita más gasto en servicio médico y en pensiones.

El efecto redistributivo del gasto de los gobiernos desalentó el crecimiento de la pobreza en el decenio de mediados de los años ochenta a mediados de los años noventa; pero se intensificó en el decenio subsiguiente, ya que los beneficios se dirigieron menos hacia los pobres. Si los gobiernos dejan de intentar compensar las desigualdades ya sea gastando menos en beneficios sociales o haciendo que los impuestos y los beneficios se dirijan menos a los pobres, entonces el crecimiento de la desigualdad será mucho más rápido.

El estudio muestra que a algunos grupos de la sociedad les ha ido mejor que a otros. Los que rondan la edad de jubilación —55 a 75 años— han visto los aumentos de ingresos más cuantiosos durante los últimos 20 años, y la pobreza de los jubilados, es más, ha disminuido de manera muy rápida en muchos países; de suerte que ahora es menor al promedio que para la población de la OCDE en conjunto. En cambio, la pobreza infantil ha aumentado; y ya está por encima del promedio para la población en su totalidad. Esto es a pesar de las crecientes pruebas de que el bienestar infantil es un factor determinante clave de qué tan bien le irá a alguien como adulto; cuánto ganarán, que tan sanos serán y así sucesivamente. El aumento de la pobreza infantil merece más atención política de la que actualmente recibe en muchos países. Se debe prestar más atención a los problemas del desarrollo infantil para garantizar (como la reciente legislación norteamericana lo estipula) que ningún niño se rezague.

Confiar en exigir más impuestos y en gastar más como una respuesta para la desigualdad sólo puede ser una medida provisional. La única forma viable de reducir la desigualdad es detener el aumento implícito de salarios y de ingresos del capital. En particular, debemos asegurarnos de que la gente sea capaz de tener un empleo y de devengar un salario que los mantengan a ellos y a sus familias fuera de la pobreza. Eso significa que los países desarrollados deben mejorar mucho para que la gente se acostumbre a trabajar en vez de que dependa de los subsidios por desempleo, las prestaciones por invalidez y los beneficios de la jubilación anticipada, al mantenerla en un trabajo y al ofrecer buenas perspectivas profesionales.

Hay varias objeciones que la gente podría hacer en respuesta a los párrafos anteriores. Por ejemplo, podrían señalar los siguientes factores:
 Lo que importa no es sólo el ingreso. Los servicios públicos como la educación y la salud pueden ser instrumentos eficaces para reducir la desigualdad.
 A pesar de que algunas personas tienen ingresos bajos poseen muchos bienes, por lo que no se les debe considerar pobres.
 No debemos preocuparnos demasiado por la pobreza en un punto en el tiempo; sólo si la gente tiene ingresos bajos durante un periodo prolongado tiene probabilidades de pasar privaciones en serio.
 Una mejor forma de estudiar la desigualdad es ver si la gente está privada de bienes y de servicios fundamentales, como no tener suficiente comida para alimentarse o poder adquirir una televisión o una lavadora.
 Una sociedad en la que el ingreso se distribuyera en forma perfectamente equitativa tampoco sería un lugar deseable. La gente que trabaja de manera más ardua o es más talentosa que otra debe tener más ingresos. Lo que importa, de hecho, es la igualdad de oportunidad, no la igualdad de resultados.

Este estudio consigna todos estos temas de manera directa; o, para ser más precisos, considera las pruebas empíricas para cada uno de los enunciados, no los problemas normativos de lo que es y de lo que no es una ―buena‖ sociedad. En suma, los datos comparativos en este informe revelan varios ―hechos estilizados‖ que atañen a: los aspectos generales que caracterizan la distribución del ingreso familiar y de su evolución; ii) los factores que han contribuido a los cambios en la pobreza y en la desigualdad en los ingresos; y iii) lo que puede aprenderse al estudiar medidas más explícitas de recursos domésticos.

Aspectos que caracterizan la distribución del ingreso familiar en los países de la OCDE
 Algunos países tienen una distribución del ingreso mucho más desigual que otros; independientemente de la forma en que se mida la desigualdad. Los cambios en la medida de desigualdad usada generalmente tienen poco efecto en las clasificaciones de los países.
 Los países con una distribución del ingreso más amplia también tienen una pobreza de ingresos relativa mayor, con sólo unas cuantas excepciones. Eso es aplicable independientemente de si la pobreza relativa se define como tener ingresos inferiores al 40, 50 o 60% de la mediana de ingresos.
 Tanto la desigualdad en los ingresos como el recuento de la pobreza (basados en un umbral de mediana de ingresos del 50%) han aumentado durante los dos últimos decenios. El aumento es bastante generalizado, afecta a dos tercios de todos los países. El aumento es moderado pero importante (promedia alrededor de 2 puntos para el coeficiente Gini y 1.5 puntos para el recuento de la pobreza). Sin embargo, es mucho menos espectacular de lo que a menudo se describe en los medios de comunicación.
 La desigualdad en los ingresos ha aumentado considerablemente desde el año 2000 en Canadá, Alemania, Noruega, Estados Unidos, Italia y Finlandia; y ha disminuido en el Reino Unido, México, Grecia y Australia.
 En forma general, la desigualdad ha aumentado porque a las familias ricas les ha ido particularmente bien comparadas con las de la clase media y con las que se ubican en la parte inferior de la distribución del ingreso.
 La pobreza de ingresos entre los ancianos ha seguido bajando; mientras que la pobreza entre los adultos jóvenes y las familias con niños ha aumentado.
 La gente pobre en países con un alto ingreso medio y una distribución del ingreso amplia (como Estados Unidos) pueden tener un nivel de vida inferior al de la gente pobre de países con un ingreso medio más bajo pero con distribuciones más estrechas (Suecia). A la inversa, la gente rica de países con bajos ingresos medios y distribuciones amplias (Italia) pueden tener un nivel de vida más alto que la gente rica de países donde el ingreso medio es más alto pero la distribución del ingreso es más estrecha (Alemania).

Factores que han impulsado los cambios en la desigualdad en los ingresos y en la pobreza a lo largo del tiempo
 Los cambios en la estructura de la población son una de las causas de mayor desigualdad. Sin embargo, eso se refleja principalmente en el crecimiento de la cantidad de adultos que viven solos y no en el envejecimiento demográfico en sí.
 Los ingresos de los trabajadores de tiempo completo se han vuelto más desiguales en casi todos los países de la OCDE. Eso se debe a que quienes ganan mucho están ganando aun más. Es probable que la globalización, el cambio tecnológico que favorece las habilidades y las políticas e instituciones del mercado laboral en conjunto hayan contribuido a ese resultado.
 El efecto de las discrepancias salariales más amplias en la desigualdad en los ingresos se ha compensado con mayor empleo. Sin embargo, las tasas de empleo entre la gente con menos estudios han bajado y la cesantía de las familias sigue siendo alta.
 Los ingresos de capital y los ingresos por trabajo autónomo se han distribuido con mucha desigualdad y más aun durante el último decenio. Estas tendencias son una causa muy importante de las desigualdades más amplias en el ingreso.
 El trabajo es muy eficaz para atacar la pobreza. Las tasas de pobreza entre las familias desempleadas son casi seis veces más altas que las de las familias con trabajo.
 Sin embargo, el trabajo no basta para evitar la pobreza. Más de la mitad de toda la gente pobre pertenece a familias con algunos ingresos, debido a una combinación de pocas horas trabajadas durante el año y a los bajos salarios o a ambos factores. Reducir la pobreza laboral a menudo requiere beneficios laborales que completen los ingresos.

Lecciones aprendidas al estudiar medidas más explícitas de pobreza y de desigualdad
 Los servicios públicos como la educación y la salud se distribuyen de manera más equitativa que el ingreso; así que al incluirlos en un concepto más amplio de recursos económicos se reduce la desigualdad, aunque con pocos cambios en la clasificación de los países.
 Al tomar en cuenta los impuestos al consumo se amplía la desigualdad, aunque no tanto como la reducción causada por tomar en cuenta los servicios públicos.
 El patrimonio familiar se distribuye de manera mucho más desigual que el ingreso, con algunos países con desigualdad en los ingresos inferior que reportan mayor desigualdad en el patrimonio. Sin embargo, esta conclusión depende de la medida usada, del diseño de la encuesta y de la exclusión de algunos tipos de bienes (cuya importancia varía en todos los países) para mejorar la equivalencia.
 En todos los individuos, el ingreso y el patrimonio están muy correlacionados. La gente con malos ingresos tiene menos bienes que el resto de la población, con un patrimonio que se aproxima generalmente a menos de la mitad del de la población en su totalidad.
 La carencia material es mayor en los países con pobreza de ingresos relativa alta pero también en los que tienen ingreso medio bajo. Eso implica que la pobreza de ingresos desestima las penurias en los segundos países.
 La gente de edad tiene mayor patrimonio y menos carencia material que los que son más jóvenes. Eso implica que las cifras estimadas de pobreza en la vejez que se basan sólo en el ingreso en efectivo exageran el grado de las penurias de ese grupo.
 La cantidad de personas que son sistemáticamente pobres durante tres años consecutivos es bastante menor en casi todos los países; pero más gente tiene ingresos bajos en algún momento de ese periodo. A los países con tasas de pobreza altas que se basan en el ingreso anual les va peor teniendo en cuenta el porcentaje de gente que es sistemáticamente pobre o que es pobre en algún momento del tiempo.
 Caer en la pobreza generalmente refleja hechos que guardan relación con la familia o con el trabajo. Los acontecimientos familiares (como divorcios, nacimientos, etcétera) son muy importantes para los momentáneamente pobres, mientras que una reducción en el ingreso por transferencias (por ejemplo, debida a cambios en las condiciones que determinan el derecho a beneficios) son más importantes para quienes son pobres durante dos años consecutivos.
 La movilidad social generalmente es mayor en los países con menor desigualdad en los ingresos y viceversa. Eso implica que, en la práctica, lograr mayor igualdad de oportunidad va junto con resultados más equitativos.

El informe deja muchas preguntas sin contestar. No considera si es inevitable que haya más desigualdad en el futuro. Ni contesta preguntas sobre la importancia relativa de las diversas causas del crecimiento de la desigualdad. Incluso tampoco responde en forma alguna la pregunta de qué deben hacer los países desarrollados para atacar la desigualdad. Pero sí muestra que algunos países han tenido aumentos más pequeños —o incluso disminuciones— en la desigualdad que otros. Demuestra que la razón de las diferencias en todos los países se debe, al menos en parte, a distintas políticas gubernamentales, ya sea mediante una redistribución más eficaz o mediante una mejor inversión en las aptitudes de la población para mantenerse ellas mismas. El mensaje normativo fundamental de este informe es que —independientemente de si es la globalización o alguna otra razón por la que la desigualdad ha estado aumentando— no hay motivo para sentirse impotente: una buena política gubernamental puede lograr el cambio.

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