El 90 por ciento de los españoles cree que la situación política y la económica van del regular al muy mal. Y para el 40 por ciento de esos mismos españoles el principal problema de nuestro país es el paro. El segundo y el tercero: la corrupción, los partidos y los políticos. Esa es la España que explica el crecimiento de Vox.
El partido al que colocan en la ultraderecha el 50 por ciento de los encuestados por el CIS no tiene historia y esa es una ventaja. En España, desde hace cinco años, existe un “cabreo”, un enfado hacia la clase dirigente que salta a la luz en las elecciones. Está soterrado, es profundo, de baja intensidad pero constante. La ideología pasa a un segundo plano, al igual que la extracción social. Por esa razón en 2015 apareció Podemos con cinco millones de votos. Y por esa misma razón va a aparecer Vox con otros cuantos millones, difíciles de cuantificar en estos momentos.
La larga campaña electoral que estamos viviendo no aborda los problemas reales de los españoles. Apenas se habla del paro y de las pensiones, y mucho menos de la educación, la sanidad y el desarrollo tecnológico, la innovación y la competitividad de nuestro país en el escenario económico internacional. Se habla mucho de Cataluña, que apenas interesa al tres por ciento de los ciudadanos. Y el terrorismo, ni aparece. Y son justamente esos dos temas los que parecen centrar el interés del PP y de Vox, entendible en la formación de Santiago Abascal; un disparate y suicidio político en el caso de Pablo Casado.
Si se examinan los datos de la encuesta del CIS, dejando a un lado los datos puramente electorales, se ve que para la mayoría de los ciudadanos el centro político lo ha ocupado el PSOE, al que no se ve como una formaci´pon netamente de izquierdas, algo que si ocurre con Podemos. Ni siquiera Ciudadanos está en esa franja, escorado en los últimos meses hacia una derecha en la que tiene que competir con el PP y con Vox.
Como Abascal y los suyos no tienen representación parlamentaria, el sondeo tiene otra pregunta clave: ¿ que opinan los ciudadanos de los cuatro grandes partidos que
Ganaron sillones en el Congreso en 2015 y 2016?. Demoledora imagen que va del 51% que la tiene mala y muy mala sobre Ciudadanos, al 60% con igual percepción sobre el Partido Popular. Entre los dos está Podemos, con un 57% y el PSOE con un 47%. Otros cuatro datos que favorecen al recién llegado a la “Primera División”, al VOX que apenas conseguía un uno por ciento de votos hace tres años.
Al igual que José María Aznar y Julio Anguita quisieron hacer con Felipe González y el PSOE desde la derecha del PP y la izquierda de IU, ahora ese “bocadillo” entre Albert Rivera y Santiago Abascal lo está sufriendo Pablo Casado, pero a diferencia de lo que hizo el entonces presidente y líder de los socialistas, el hoy presidente de los populares no se ha mantenido peleando por el centro sociológico con el PSOE, ha decidido irse a uno de los extremos y adoptar una posición defensiva. Por mucho que se equivoque el CIS o por mucho que pueda “arreglar” la campaña oficial, el hundimiento del PP es real, preocupante y malo en general para la democracia.
El sistema político en el que se basa nuestra convivencia necesita partidos de gobierno, al igual que ocurre en todas las democracias occidentales, partidos que peleen en el centro del escenario electoral y que, para los llamados temas de estado, coincidan en el 80 por ciento de las soluciones. Las tensiones por los extremos rompen esos consensos y crispan a la ciudadanía. El mejor de los ejemplos lo tenemos cada día en los medios de comunicación con las frases carentes de verdad, lógica y memoria que desde las direcciones nacionales, autonómicas y locales del Partido Popular dirigen a Pedro Sánchez y el PSOE.
Si al 40% de preocupación por el paro le sumamos el 6,6% del empleo, el 8,7% de las pensiones y el 4,4% de educación tendremos una imagen bastante clara de lo que esperamos los ciudadanos de nuestros políticos. Los problemas que nos preocupan al 60 por ciento y que pensamos no nos dan respuestas.
Es más que posible que Vox no las tenga - y ahí está el ejemplo andaluz para verlo - pero la incógnita les favorece. De la misma manera que les ayuda el lenguaje que utilizan y el uso alternativo que hacen de los medios de comunicación, que también permite entender el fenómeno si se examina el sondeo del CIS: es la televisión y las redes sociales los principales vehículos informativos, con los periódicos que apenas llegan al ocho por ciento.