Hace tres años, el 26 de junio de 2016, 525 votos impidieron que Ciudadanos obtuviera siete escaños por Madrid. Perdió el último resto y Francisco Martínez, candidato en el puesto quince por el PP se sentó en el Hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo. El 28 de abril de 2019 todo va a cambiar. Ya lo ha hecho con las listas.
Las cuentas electorales de Pablo Casado, tal y como señalan todos los sondeos electorales, llegan hasta los once escaños. Con un poco o mucho de mala suerte a los diez. Asientos parlamentarios por la mínima para los dos hombres que controlaron el Gabinete de José María Aznar en la Moncloa: Carlos Aragonés y Javier Fernández Lasquetty. Cambiados en el orden de “mando” ambos se declaran liberales en la forma y en el fondo y muy cercanos a las organizaciones más conservadoras de la Iglesia.
De los que fueron en la lista que encabezó Mariano Rajoy ha “recuperado” en puestos de salida a tres: Antonio González Terol, José Ignacio Echaniz y Mari Mar Blanco. El antiguo “clan de Valladolid” que encabezó el hoy olvidado Arturo Moreno despierta desde las sombras y ya tiene un futuro político asegurado ocurra lo que ocurra en las urnas. Fieles al nuevo líder han logrado sobrevivir al “marianismo” y a las luchas por su sucesión.
Para Casado el 1.315.847 que consiguió el PP en la Comunidad madrileña hace tres años se antoja imposible. La doble amenaza de Ciudadanos y de Vox puede llevarle a bajar del millón de votos. La composición de su lista indica que está haciendo tantos guiños a la historia como al futuro. Puede que el apellido Suárez haga sonreír a los mayores de sesenta años pero es más que difícil que consiga trasladar el espíritu del protagonista de la Transición a la mayoría de los votantes que están por debajo de esa edad.
Su gesto más definitorio dentro del espíritu liberal es el número cuatro que ha otorgado al economista Daniel Lacalle. Es el muro para contener a Ciudadanos, que pugna por ese mismo espacio dentro de la derecha española. Lo mismo que intenta con Mari Mar Blanco de cara a las asociaciones de víctimas del terrorismo, y lo que parece imposible de conseguir con el diestro Miguel Abellán hacia el mundo de los toros. Con el “dorsal” doce en la chaquetilla es casi imposible que consiga sentarse en el hemiciclo, algo que puede que consiga su compañero en las tareas de la lidia, Serafín Marín, que va en el puesto tres en la lista de Vox por Barcelona.
Si el presidente del PP ha mandado a Cayetana Alvarez de Toledo a Cataluña ha incorporado a Andrea Levy - que ya era “madrileña” gracias a Rajoy - a su equipo. Una de las pocas que se ha salvado de la tormenta desatada contra todo lo que “olía” a marianismo. Por encima de ella está la catedrática y tertuliana Edurne Uriarte, siempre a caballo entre Euskadi y la capital del Reino, olvidados y parece que superados sin rencor y con firmeza dos capítulos muy importantes en su vida: su antigua militancia en el socialismo vasco y su separación de quien fue su marido, el ex-ministro José Ignacio Wert.
Los tres nombres que faltan en la lista de los elegidos y con posibilidad de lograr un asiento en la Cámara Baja junto a Pablo Casado definen y cierran el mix que ha elaborado el líder del PP junto a su segundo, García Egea. Aparece una empresaria navarra experta en viticultura, que deja el Parlamento foral tras el acuerdo de unión entre el PP y la UPN, Ana Beltrán; y dos “pata negra” de los populares madrileños como son José Ignacio Echaniz - al que se llevó Dolores Cospedal como consejero de Sanidad para la Junta de Castilla la Mancha - y Antonio González Terol, alcalde de Boadilla del Monte, que pudo ser el cabeza de lista para la batalla autonómica de finales de mayo ante de que desde Génova se eligiera a Isabel Díaz Ayuso para ese papel.