Para no ser menos, el presidente de los populares ofrece el pacto de forma circular, como las agujas del reloj, de izquierda a derecha. El joven/viejo que es Iñigo Errejón lo dijo antes de saltar al ruedo y comenzar su gira por provincias en busca de esos 16 escaños con los que sueña. Para ayudar a la izquierda a gobernar, que es lo mismo que decir que ayudar a Sánchez a sacar adelante su investidura, dando por bueno que será el socialista el que se alce en las urnas con la victoria a los puntos.
Pactar en un gobierno de coalición, pactar un programa con apoyo parlamentario, o pactar una investidura para que eche a andar la Legislatura. Han desaparecido los vetos. Nunca los recelos. Los expresan de forma clara Pablo Iglesias y Santiago Abascal. Ellos quieren pactar pero con condiciones. Ya veremos si los votos y los asientos en el Congreso les dan o quitan la razón.
Si tras el 28 de abril y el 26 de mayo Casado y Rivera se afanaban por convencer a sus votantes de lo inadecuado de pactar con Pedro Sánchez, y éste a su vez intentaba convencer a todos los ciudadanos de que un pacto con el Podemos de Iglesias era imposible, ahora se dirigen a esos mismos votantes y ciudadanos para convencerles de que están dispuestos a negociar con los adversarios por amor a España. Y por sentido de la responsbilidad.En cinco meses la “conversión” de los “paganos” es un hecho
Si pactar es posible, hablar de España, tambien. Lo hacía Vox sin dudarlo. Lo hacía el PP con timidez. Lo hacía Ciudadanos siempre bajo la sombra de Cataluña. No lo hacía el PSOE salvo que sintiera una urgencia. Y no existía apenas para el resto, que se refugiaba en el sujeto “país” para referirse a la tierra de todos. O, en el caso de los independentistas para acusarla de madrastra histórica.
Para el 10N España existe y está en la mayoría de los slogans de campaña. La mejor de las razones está en las encuestas y en el deseo de los partidos de arrebatar bazas a los que considera adversarios directos. Pedro Sánchez lo hace para viajar hacia el centro político tras haber proclamado hace unos meses su deseo de formar un gobierno progresista.
Allí, en ese centro sociológico, se dirige a marchas forzadas Pablo Casado con el mismo objetivo, pese a las declaraciones guerracivilistas de su presidenta madrileña, que es capaz de encender fuego en un bloque de hielo. La “víctima” que pretenden cobrarse los dos grandes partidos se llama Ciudadanos. Por eso, tras meses desaparecido y haciendo de tripas corazón, Rivera defiende su posición. O mejor, regresa de forma apresurada a la posición desde la que se presentó a la sociedad española. Y él, que no tiene a Isabel Díaz Ayuso en sus filas, sí tiene a Inés Arrimadas, capaz de convertir cada una de sus palabras en “Goma 2” dialéctica contra sus enemigos de siempre, los catalanes que se declaran independentistas.
Navegar hacia las urnas consultando el tiempo político en las encuestas tiene el peligro de hacer zozobrar el barco político en el que se encuentra el candidato de turno. Pueden ver marejadas y tifones donde hay una simple y pasajera tormenta. Se deja a un lado la memoria, se dejan a un lado las propuestas, y se confía en que los ciudadanos, que ya no quieren más elecciones por la incapacidad de dialogar y pactar de sus representantes, no se queden en casa, mantengan el votoy, si lo cambian, que sea a favor.