Raúl Heras

Sánchez, el camaleón entre la “grandeur” y la “jerigonça”

Los clones imposibles de la politica española ( y 5 )

Raúl Heras | Lunes 07 de octubre de 2019
Ser un camaleón en política es una cualidad que atesoran la mayoría de los líderes. Les permite sobrevivir adaptándose a las circunstancias cuando se ven en peligro, y es el mejor de los camuflajes ideológicos cuando se trata de atacar a los adversarios. Hoy, el mejor de nuestros camaleones es Pedro Sánchez, que tiene en el presidente francés y en el primer ministro portugués dos especímenes en los que mirarse.

Los tres están o han estado en el Partido Socialista de su país y han conseguido llegar al poder sobre la base de cambiar de posicionamiento político todas las veces que han considerado necesario hacerlo. Sánchez está en medio de la “jerigonça” de Antonio Costa - su gran pacto por la izquierda desde 2015 - y la eterna “grandeur” de los presidentes franceses, encarnada hoy en Emmanuel Macron. Como lo está geográficamente España.

El portugués acaba de marcarle el camino tras las elecciones generales en su país. El francés es el modelo perfecto de la ambición. La síntesis de ambos explica la llegada a La Moncloa del español, su determinación y su audacia para mantenerse, y sus cálculos para gobernar lo más ligero de equipaje.

Sus diferencias, con ser importantes, pasan a un segundo plano. Lo demostraron en junio de este año en la cumbre europea del Consejo celebrada en Bruselas. Risas y buen ambiente dentro del intento de fijar un pacto social-liberal dentro de la política continental para hacer frente al fuerte grupo conservador que encabeza Alemania.

Costa ha sido alcalde de Lisboa, varias veces ministro y eurodiputado y consiguió la jefatura del Gobierno en 2015 merced a su pacto con los dos partidos que representan a la izquierda radical porrtuguesa, el Bloque de Izquierdas y el PCP, lo que en España serían hoy Podemos, Izquierda Unida y Más País. Un largo historial de cargos públicos y experiencia en las distintas administraciones.

Macrón, 17 años más jóven y declarado católico como su colega luso, también acumuló cargos y experiencia en los gobiernos socialistas de François Hollande hasta que en 2016 creó su propio partido “En Marche” - que al margen de los versos de Gabriel Celaya que no creo conociera al igual que no parece probable que se basara en la coalición de extrema derecha que se presentó con ese nombre en nuestro país hace seis años - coincide con las siglas de su nombre y apellido, y con el que ganó las elecciones ante la caída de los partidos tradicionales de la derecha y la izquierda francesa.

Pedro Sánchez, al que se podría llamar “Pedro el Afortunado”, consiguió estar en el Ayuntamiento madrileño y en el Congreso gracias a las renuncias de las compañeras de partido que dejaron su puesto. Pasó por Europa de la mano de Westendorp y por la enseñanza universitaria apoyado por el también socialista Rafael Cortés Elvira, en aquel momento rector de la Universidad Camilo José Cela. Sin experiencia directa en la gestión si supo “irse” en el momento oportuno de la secretaría general del PSOE ante los ataques internos - al igual que había hecho Felipe González 40 años antes - para,con tanta paciencia como tenacidad, regresar, vencer a sus adversarios y en una sorprendente y negociada moción de censura echar del poder al candidato del PP que había vencido en tres elecciones y se disponía a durar en La Moncloa hasta 2022 gracias a su pacto con el PNV.

Ai el 10 de noviembre el actual presidente en funciones gana las elecciones y consigue formar gobierno tendrá como principal objetivo llegar al final de la Legislatura: abril de 2023. Mismo año y cinco meses más para Antonio Costa. Este casi consigue hace unos días su gran objetivo: ganar por mayoría absolutan en Portugal. Le han faltado seis escaños y téndrá que volver a pactar, con más fuerza, con una o dos de las fuerzas que tiene a su izquierda. O con el BI o con el PCP. Los dos han perdido votos y escaños, al igual que el resto de los diez partidos que se presentaban y han conseguido representación parlamentaria.

La estrategia del líder socialista portugués era exactamente la misma que su colega español: arrinconar a la izquierda que le había ayudado a desplazar a la derecha del poder y no tener que “dar explicaciones” por su obligado giro en las medidas económicas que han sacado a Portugal de la vigilancia del FMI y del BCE. Se lo pedían sus dos apoyos: subir el salario mínimo y retirar la reforma laboral. Costa partía de 86 escaños y ha conseguido 106 mientras que su rival en la derecha, que en 2015 consiguió 107, se ha quedado en setenta y siete. Veinte más para los socialistas, treinta menos para el centro derecha.

En Francia, el día a día no le resulta agradable a Macrón. Ha perdido en las europeas de mayo frente a Le Pen y tiene por delante un duro camino hasta el 2022, mucho peor que el dirigente portugués. Y en ambos países y con elecciones diferentes la abstención ha jugado un papel esencial. Un 46% en nuestro vecino luso por las izquierda. Un 49,5% en el país galo. Claro cansancio y desinterés por parte de los ciudadanos.