Todas las encuestas que se han publicado hasta la fecha, CIS incluído, dicen lo mismo: la izquierda ( PSOE + Podemos + Más País ) ganará las elecciones y conseguirá entre 160 y 165 escaños en el Congreso. La derecha ( PP + C´s + Vox ) por su parte llegará a los 150 o 155 parlamentarios. El resto de asientos en la Cámara, entre 30 y 35 se lo repartirán los partidos nacionalistas ( PNV + Bildu + JxCat + ERC ) y los minoritarios valencianos, cántabros, canarios y navarros.
Al margen del reparto interno que se produzca en los dos grandes grupos ninguno de ellos alcanzará la mayoría absoluta, por lo que el primero de los deseos de Pedro Sánchez será muy difícil que se cumpla. Por la derecha ocurre lo mismo y desde peores posiciones.
Veamos los plazos legales que existen para que se constituyan el Congreso y el Senado y para que se pueda producir el debate o los debates de investidura. Entre la elecciones, la retirada de credenciales y la formación de las Mesas de las Cámaras pasará un mes. Ya estamos en el diez de diciembre.
Vendrá luego el turno de consutas del Rey tras recibir los datos oficiales de manos de la presidencia del Congreso. Si todos, Felipe VI incluido, corren mucho podrá haber candidato entre el 15 y el 20 de diciembre, con lo que el primer debate podría celebrarse coincidiendo con el sorteo de Lotería de Navidad. Si tiene que haber un segundo estaríamos pegados a la Nochebuena.
Sánchez cuenta con ganar las elecciones, sumar todos los votos necesarios por la izquierda ( pese a las declaraciones de los distintos dirigentes, sobre todo Pablo Iglesias ) y negociar el resto de apoyos con los nacionalistas vascos y catalanes. De ser así y cumplirse su sueño, con el PNV ( 6 escaños en los sondeos ) iría muy justo mientras que con ERC ( 15 parlamentarios le dan las encuestas ) podría superar la línea de la mayoría absoluta. Si alguno de esos condicionantes se derrumba el cuento no tendría un final feliz y necesitaría más capítulos políticos para cumplirse.
Aceptemos la primera parte del relato del candidato socialista: ya tiene los votos necesarios y gana la investidura. Es presidente electo y no introduce grandes cambios en el actual Gobierno en funciones. Sin vacaciones parlamentarias logra por los pelos que antes del 31 de diciembre haya un borrador de gasto presupuestario, y que de la mano de las ministras de Economía y Hacienda ( que estarían trabajando desde mucho antes sobre esa hipótesis ) puede llevar a las Cámaras sus primeros Presupuestos Generales para el año 2020.
Para acelerar su aprobación, y “obligando” a los parlamentarios a trabajar sin vacaciones durante todo el mes de enero, tendría que conseguir que desde los nacionalismos vascos y catalán le dieran su apoyo. Sin ellos la posibilidad de que sean rechazados es muy grande. Y si la negociación con el PNV se centrará en las transferencias económicas y la aprobación de un nuevo Estatuto con mayores competencias; en el caso de ERC y JxCat la sentencia del Supremo sobre los dirigentes encarcelados puede condicionar y mucho sus posiciones políticas y parlamentarias.
Luego vendría Europa, la Comisión, el Banco Central, el Fondo Monetario para dar el visto bueno y decir si los Presupuestos se ajustan a los objetivos marcados o disparan el déficit, pero ese sería otro cuento. El de la lechera requiere que la “leche” de los votos llene el cántaro; que el viaje al mercado de los apoyos se realice si caídas, ni sobresaltos que haga que se pierdan votos por el camino; y que una vez en el mercado, en el Congreso, la venta del producto, el pacto y los compromisos funcionen. El carácter y composición del Gobierno entra dentro del viaje.