NACIONAL

Los dos jarrones chinos que no soporta Sánchez

Raúl Heras | Miércoles 17 de junio de 2020
Tanto González como Zapatero intentan que el actual Gobierno de coalición entre PSOE y Podemos dure lo menos posible

Ni los quiere, ni le quieren. Estuvieron antes que él en el palacio de La Moncloa y en el sillón de mando del PSOE. Intentaron que se quedara por el camino. Venció a los dos y hoy Pedro Sánchez no soporta ni a Felipe González, ni a José Luís Rodríguez Zapatero, convertidos en dos incómodos “ jarrones chinos” que le complican la vida.

La actividad política de los dos expresidentes se ha acentuado en los últimos meses. Con declaraciones, viajes y conspiraciones internas por medio, tanto González como Zapatero intentan que el actual Gobierno de coalición entre PSOE y Podemos dure lo menos posible. A ninguno de los dos les gusta la aparente cordialidad que existe entre Sánchez y Pablo Iglesias. Son anticomunistas tanto o más que los dirigentes del PP, de Vox y de Ciudadanos.

Dentro del Partido Socialista, uno y otro cuentan con apoyos. Se sabe de unos pocos y se cree que existen muchos más. No tanto por las simpatías que ahora inspiren los antiguos secretarios generales como por el “paraguas” que proporcionan a las ambiciones de los que esperan mantenerse en su actual poder, y si es posible acrecentarlo.

Felipe González y Rodríguez Zapatero no caminan juntos. Tienen muy poco en común en cuanto a la forma de ejercer el poder y menos aún en cuanto a la forma de articular la España autonómica y su futuro económico. González ya era liberal cuando mandaba; y Zapatero era federalista convencido cuando dejó crecer a los independentistas catalanes muy por encima de lo que ellos mismos creían.

A González le alaban desde los Estados Unidos y le ayudan desde las grandes fortunas iberoamericanas, con Carlos Slim y la familia Cisneros en cabeza, al actual Rey de Marruecos o sus amistades entre los grandes productores árabes de petróleo. Menos ambicioso o menos afortunado, Zapatero tiene que conformarse con Nicolás Maduro y algunos dirigentes sudamericanos, con tímidos intentos de extender su menguante influencia en la parte africana que le abrieron sus exministros Miguel Angel Moratinos y José Bono. Sus declaraciones contra la influencia de Estados Unidos y el mencionado deseo de aislar a la superpotencia no hace sino aislarle más en sus viajes internacionales y en su presencia en España.

El actual inquilino de La Moncloa conoce sus intenciones y mientras combate en todos los terrenos posibles a González, intenta utilizar a Zapatero en lo que tiene de utilizable pese a sus “salidas de madre”, que es lo que pone de los nervios a Sánchez y a su equipo de confianza.

Al político leonés no se le conocen amigos poderosos en el mundo económico y financiero. Al político sevillano, le sobran. Los dos, al igual que le ocurre a José María Aznar por la derecha, aman el poder, desean que se les escuche y que se les pida opinión mientras buscan la influencia que perdieron al abandonar la presidencia. Queda algo de ideología, por ser benévolos, pero suman más los intereses monetarios. Y puede que el reto de ver quién es más capaz de sobrevivir y vencer a su oponente, a ese adversario y enemigo en el que coinciden, el “Jano” gubernamental que forman Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.

En el líder de Podemos se juntan los ataques de los dirigentes críticos del PSOE con los del PP, de Vox, de Ciudadanos y hasta de formaciones tan dispares como el PNV o Junts x Cat. Lograr que se vaya del poder y que sea sustituido por una alianza de socialistas y populares, o de socialistas con Ciudadanos es la meta. Desde el cuadro de mandos de La Moncloa la visión es muy distinta: no le viene mal a Sánchez que se centren las críticas en su vicepresidente segundo, pero romper la alianza sería el primer paso de su propia caída.


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