Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal norteamericana.
Lunes 29 de junio de 2020
En la respuesta de los mercados a la pandemia pueden no haber entrado todavía los grandes actores que son los que marcan cambios sólidos de tendencia, pero el sustrato apunta hacia donde pueden ir sus apuestas.
Las iniciales referencias a las medidas norteamericanas de apoyo a la economía destacaban sobre las europeas. Europa reaccionó de modo más lento y empezó antes a sufrir las consecuencias de la pandemia. Los indicadores iniciales de impacto eran desfavorables para Europa y las medidas fiscales y monetarias en EE.UU. alcanzaban cifras muy superiores y eran ejecutadas con más diligencia. El dólar se apreciaba con fuerza en gran medida por una demanda preventiva que respondía al acopio inicial de liquidez, pero también por ser considerado un activo refugio.
Esta reacción inicial está dejando paso a una lectura diferente conforme las cifras de la pandemia repuntan con fuerza en EE.UU. y obligan a algunos estados (Texas, Florida) a revocar las medidas de reapertura. Son más de una docena los estados que asisten a una nueva ola de contagios y el sábado el conjunto del país reportaba el mayor número en un solo día desde que se inició la pandemia. Las bolsas cerraban la semana con retrocesos y del 2,9% perdido por el S&P500, el 2,4% correspondió a la sesión del viernes. Los grandes bancos sufrieron el ajuste con mayor intensidad (entre un 5 y un 7.5%) y es que la Reserva Federal advirtió sobre el resultado de sus test de estrés y limitó el reparto de dividendos al tiempo que prohibía la recompra de acciones al menos hasta el último trimestre del año.
ADVERTENCIA DE “DRAMÁTICA” CAIDA
A comienzos de junio, un artículo de Financial Times, recogía en su titular que los analistas en EE.UU. temían una “dramática” caída del dólar y, mencionando las revisiones de pronósticos casi simultanea de los cuatro grandes (Goldman, Citi, JPMorgan y Deutsche), destacaba que sus analistas dejaban atrás las recomendaciones de apostar por el dólar que hacían al comienzo de la pandemia para recomendar la apuesta contraria. Como suele ocurrir en estos casos, los titulares a favor de las apuestas dólar alcistas de marzo fueron seguidos de una importante corrección a la baja de la divisa, que en apenas unas sesiones se fue de 1.07 a 1.14 y del mismo modo el mencionado titular del 4 de junio acerca de una “dramática” caída coincidió con el momento de más debilidad del dólar del año y propició el movimiento contrario.
LAS GRANDES MANOS AL MARGEN
En las circunstancias actuales, donde todas las economías aplican medidas similares, hay pocas oportunidades para que se abran brechas importantes entre los principales pares de divisas. Las minicrisis de una moneda suelen ir seguidas de recuperaciones al compás de adelantos y retrasos de medidas adoptadas por unos y otros, sin que de ello pueda deducirse un cambio sólido de tendencia. No hay condiciones aún para poder anticipar un cambio inminente. Sin embargo, poco a poco se va consolidando un proceso que, al compás de estas idas y venidas, puede estar cimentado un escenario en el que el dólar pueda resultar perdedor frente al euro. Estos días el World Competitiveness Ranking 2020 rebajaba a EE.UU. desde el puesto 3º al 10º por primera vez en la historia. La pobre gestión de la pandemia, la fragmentación social y política, así como el conflicto comercial con China son los factores detrás de un retroceso tan singular. Ha habido mucho optimismo entre los inversores en las últimas semanas, pero dominado en mayor medida por el mundo minorista. Las grandes manos, que son las que cambian tendencias, se han mantenido al margen. Las grandes apuestas a favor o en contra del dólar están todavía por hacer, pero el sustrato en el que han de alimentarse no invita a ser optimista para el futuro a medio plazo de la divisa norteamericana.
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