Marta Gómez Galán
Necesitan tener el nuevo partido preparado para las próximas elecciones que Quim Torra podría convocar para finales de año o anres si los jueces le obligan a dejar la Generalitat
La batalla está servida en el seno del nacionalismo catalán de derechas que inició Jordi Pujol en 1977 con Convergencia de Cataluña junto a Josep Antonio Durán Lleida (Unió Democrática) y cuya unidad funcionó prácticamente hasta que Artur Mas sucedió al líder carismático e inició su larga marcha hacia la independencia con el visto bueno de los grandes empresarios catalanes que habían financiado hasta el momento a organizaciones de tipo político cultural como Omnium (Jordi Cuixart). De ahí pasaron a movimientos más políticos como la Crida a la Solidaritat y la Asamblea Nacional Catalana, que han sido los auténticos promotores de la reclamación de independencia bajo la presidencia de Jordi Sánchez.
Ya el año pasado, 2019, el ex presidente catalán Artur Mas, promovió junto a Jordi Sánchez la idea de disolver el partido PDCat que había sustituido a Covergencia para formar Junts per Cat (JxCat) que son las siglas con las que se presentaron a las últimas elecciones intentando integrar en ella a Esquerra Republicana, que no se dejó. Entre medias el propio Mas promovió también la integración en la nueva Crida de todos los partidos nacionalistas cosa que también fracasó lo que supuso, entre otras cosas, que la coordinadora general de PDCat, Marta Pascal, abandonara el partido y fundara el Partit Nacionalista de Catalunya (PNC).
Artur Mas y Carles Puigdemont van juntos en la nueva aventura y parece que van a seguir adelante con el proyecto a pesar de las resistencias de algunos dirigentes y alcaldes del PDCat que se resisten a disolverse dentro de JxCat sin más. El secretario general del PDCat, David Bonhevi, había reclamado para su partido al menos el 50% de la dirección de la nueva formación de Puigdemont, pero éste insiste en que renuncien a todo.
Para acelerar el proceso, tres de los presos del PDCat, Josep Rull, Jordi Turull y Joaquim Forn, pidieron formalmente la disolución de PDCat en JxCat para tratar de acabar con la resistencia de Bonhevi. A ello ha seguido un manifiesto firmado por más de 150 cargos de JxCat pidiendo la disolución de PDCat a lo que ha respondido otro promovido por alcaldes de este partido reclamando un plan conjunto y no una decisión derivada del “pensamiento único” de Puigdemont.
El problema es que la marca JxCat la tiene PDCat y Bonhevi con lo que de mantenerse la negativa de éste último Carles Puigdemont y Artur Mas tendrían que buscar otras siglas lo que haría más evidente la ruptura dentro del nacionalismo catalán, sobre todo si finalmente PDCat se une electoralmente al Partido nacionalista de Pascal. Parece claro que se pasarán con armas y bagajes a Puigdemont los cargos electos de JxCat que son independientes -como el propio president Quim Torra o la portavoz en el Congreso Laura Borràs, actualmente a punto de ser procesada-, los miembros de la Crida -con su presidente Jordi Sànchez al frente- y los consejeros de la Generalitat: la consejera de Presidecia y porttavoz del Govern, Meritxell Budó, Damià Calvet (conseller de Territorio), Jordi Puigneró (Políticas Digitales) y Miquel Buch (Interior). La única excepción sería la consejera de Empresa, Àngels Chacón, que hasta ahora permanece fiel a la dirección del PdeCAT.
Lo que si parece claro es que Quim Torra no va a convocar elecciones hasta que el nuevo partido esté en marcha, aunque tiene sobre su cabeza la espada de Damocles de la sentencia que le inhabilita como diputado del Parlament, que ya ha sido ejecutada, y podría obligarle también a dejar de ser presidente de la Generalitat, De ahí las prisas de Puigdemont por disolver PDCat en JxCat cuanto antes lo que le daría la posibilidad de incluso presentarse él mismo como candidato a la Generalitat encabezando la lista del nuevo partido y aprovechando la inmunidad que ahora mismo goza como eurodiputado.