El sueño o los sueños del presidente del Real Madrid se convierten en pesadillas para Josep María Bartomeu, el presidente del Barcelona. La Liga la tiene muy difícil su equipo y la última Champion que ganaron los azulgranas fue hace cinco años, en Berlín y frente a la Juventus. Si no lo consigue su cabeza estará en la picota, lo mismo que la del entrenador Quique Setién.
Los dos presidentes, sus entrenadores y sus jugadores saben que lo que les espera de aquí a finales de agosto - si es que llegan a la final de Lisboa - es mucho sufrimiento. Para empezar, el calendario de Liga, en las cinco jornadas que faltan les van a hacer jugar hasta el 19 de julio, último partido para los blancos yendo a jugar a Leganés y el Barcelona a Vitoria. El rival del Madrid está, al igual que el Español, con pie y medio en la Segunda División mientras que el Alavés está en peligro pero con muchas posibilidades de mantenerse en Primera.
Las matemáticas, que funcionan con más precisión que la suerte - de la que gozan de forma casi increíble los dos grandes de nuestro futbol - por mucho que los entrenadores lo nieguen, dicen que Zidane y sus muchachos se pueden permitir el lujo de empatar dos de los cinco encuentros que les quedan. Puede que sean en el choque con el Athletic en Bilbao o en que tendrán en casa con el correoso Villareal,sobre todo tras ver el lamentable juego que exhibió frente al Getafe. Con ganar al Alavés, al Granada y al Leganés le basta.
Esas mismas matemáticas colocan a Setién como candidato al despido cuando terminen todas las competiciones. Su equipo tiene que ganar los cinco encuentros y esperar a que su rival pierda cuatro de ellos. Es posible pero las probabilidades son muy pequeñas.
Conquistada la Liga por uno y perdida por el otro, a los dos les esperan los octavos de la Champion, a jugar entre el siete y el ocho de agosto. El Madrid contra el Manchester City de Guardiola, que acaba de perder el título en Gran Bretaña; y el Barça frente al Napoles.
Si vencen en esos partidos, a los que llegaran más cansados que sus rivales, mirarán el calendario de los próximos quince días en la capital lisboeta y se echarán a temblar: del doce al quince de agosto, los cuartos; del 18 al 19 las semifinales y el domingo 23 la gran final. Todos a un único partido eliminatorio. Los que pierdan se vuelven a su casa.
En menos de dos meses y en el mejor de los casos, tendrán que jugar nueve partidos. Los blancos se pueden permitir dos empates. Los azulgranas ninguno. Y ganar los últimos cuatro, los que decidirán quien es el “rey de Europa” a nivel futbolístico es casi un sueño y casi una pesadilla.