Aroa López, supervisora de urgencias del Vall d’Hebron
Diego Armario | Viernes 17 de julio de 2020
En el acto fúnebre que se celebró ayer los muertos estaban en la memoria de todos y casi todos tenían su memoria en los fallecidos, especialmente sus familiares y amigos, que llevaban el luto por dentro y por fuera, pero también los profesionales sanitarios que les vieron morir y acompañaron en sus últimos momentos, intentando suplir el calor de una mano amiga cuando algunos les pedían “No dejes que me muera solo”, y como no sé si los que se fueron nos observan desde algún sitio, solo puedo imaginar que se habrán alegrado de ver por fin a los suyos y a sus amigos tristes y de luto, porque los símbolos son importantes hasta para los muertos.
No voy a hacer una crónica de hechos sino de sentimientos porque creo que es el único lenguaje que entiende la gente sencilla y decente, y además de la presencia austera y palabras emocionadas de Hernando Fernández Calleja – hermano de nuestro compañero Josė Maria que falleció por culpa de este virus- intervino Aroa López, supervisora de urgencias del Vall d’Hebron, que fue capaz de decir todo sin que sobrase ni una sola de sus emocionantes y oportunas palabras.
Ayer era el día de los fallecidos , de TODOS, hasta de los que como si fuesen hijos ilegítimos aún no han sido reconocidos por el padre Estado, y por eso cualquier otro elemento personal , estético o antiestético, inoportunamente festivo en versión banquete, o folclórico en su faceta pase de modelos, no hace al caso de este relato .
Sí me importa subrayar en positivo la presencia en el acto de todos los Presidentes de las Comunidades Autónomas porque la fotografía de ayer es tan excepcional , por inimaginable en cualquier otra circunstancia política , que supone un respiro de respetabilidad para las instituciones de nuestro país.
No se si tenemos remedio o si los maleantes y sus cómplices descansarán en algún momento pero personalmente me reconforta que de vez en cuando alguien o algunos nos ofrezcan, aunque sea breve, un espectáculo de sensatez, de generosidad, de amor al prójimo, de patriotismo y de responsabilidad .
A veces vislumbramos en nuestra sociedad un atisbo de esperanza y de sensatez porque nada dura para siempre , ni siquiera la maldad o la estupidez que parecen indestructibles, pero al final acaban perdiendo.
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