Boris Johnson con el secretario de Estado norteamericano Mike Pompeo.
Por Marta Gómez Galán
El Reino Unido ha puesto rumbo a Estados Unidos y para ello está dispuesto a a romper todos sus lazos con el continente a pesar de los problemas que causa a sus propios ciudadanos, varios millonse de los cuales pasaban sus vacaciones en España cada año.
El primer minsitro británico, Boris Johnson, hace tiempo que se ha dado la espalda a Europa y ha puesto rumbo a Estados Unidos. Y porque todavía no se ha inventado la manera de arrastar la isla hasta el continente americano porque sino el ex periodista y neo populista miembro del Partido Conservador ya lo habría intentado.
La entente entre Donald Trump y Johnson parece total y el líder británico está ya dispuesto a romper sus relaciones con China tal como le están reclamando desde la Washington. Para empezar ha vetado el 5G de Huawei e impondrá también sanciones económicas a Hong Kong para protestar por la ley de seguridad china,
Con Europa, Boris Johnson ya prácticamente ni se habla a pesar de que desde Bruselas el presidente del Consejo Europeo Charles Michel y la presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen, le han reclamado que el Reino Unido tiene que seguir haciéndose cargo de lo firmado en el acuerdo del brexit hasta que se llegue a la liquidación total que no será antes de 2021.
De nada ha servido el hecho de que fueran enfermeras inmigrantes las que estuvieron a su cabecera durante las semanas que estuvo ingresado con el coronavirus que estuvo a punto de matarle. De nada valen tampoco sus agradecimientos al sistema de Salud Pública que se mueve fundamentalmente gracias a los médicos y enfermeras llegados desde Europa y desde otros países del mundo. Todo eso ha quedado olvidado y ahora se dedica a echar la culpa de la enorme extensión de la pandemia en su país a los inmigrantes y a los turistas que salen de vacaciones a España.
En el Reino Unido, el coronavirus ha provocado ya más de trescientos mil contagiados y 46.000 muertos y sigue creciendo, algo que trata de ocultar Boris poniendo el foco en los países europeos donde según él “están ya bajo una segunda ola de Covid19”.
De la noche a la mañana, y sin avisar siquiera a su ministro de Transporte, Grant Shapps, que pasaba sus vacaciones Baleares, decretó el confinamiento durante catorce días de cualquier turista que llegase de territorio español. De nada sirvieron las protestas españolas, de un débil Pedro Sánchez y una más débil Arancha González Laya, ni tampoco de los dos grandes operadores británicos, TUI y Jet2 tuvieran que cancelar sus viajes a España con el daño económico que ello produce no solo a España sino también a Inglaterra.
Tampoco valen para nada los avisos de los independentistas escoceses que ya están solicitando un nuevo referéndum para salirse de la Unión primero porque en Escocia se votó seguir en la Unión Europea, y ahora porque están viendo que el país está en manos de un Trump a la europea y ya se sabe que segundas partes siempre son peores que la primera.
Habrá que esperar también a ver que ocurre en Estados Unidos en noviembre si Trump consigue ganar su reelección o si los demócratas con Joe Biden a la cabeza consiguen echarle de la Casa Blanca. Hasta hace pocos meses la victoria de Trump era innegable, pero la gestión de la pandemia y sobre todo las protestas contra el racismo, tras la muerte del agroamericano George Floyd, a manos de un policía blanco en Mineápolis el 25 de mayo, han hecho tambalear su victoria.
Queda tambien por ver como se gestiona el cierre definitivo de fronteras cuando llegue el momento del brexit total, especialmente entre las dos Irlandas donde ya han comenzado las protestas e incluso las amenazas de un posible recomienzo de la guerrilla contra la ocupación británica del norte de la isla.