Estaba retirado desde hacía más de veinte años, lejos de las intrigas de los mediocres y los elogios de los aduladores porque conocía cómo pasar inadvertido, Fue espía durante la Segunda guerra mundial y además de servir a su patria acumuló en esos años conocimientos y experiencias que le sirvieron para convertirse en el escritor que llegó a ser, gracias a novelas de intriga como “El espía que surgió del frío”, “La Casa Rusia”,” El jardinero fiel “ o “Un traidor entre los nuestros”, que firmaba con el seudónimo de John Le Carré y así será recordado por los siglos venideros.
Hoy me apetece subrayar de este autor británico su condición de hombre comprometido con la verdad a través de la ficción, no solo porque sus obras se sustentaban en informaciones y datos ciertos, aunque como cualquier novelista los fabulase, sino también porque se rebelaba contra las mentiras oficiales que los gobiernos del mundo quieren hacer pasar como verdades absolutas. Por eso rebatió con firmeza las falsedades difundidas sobre la existencia de las supuestas armas químicas de Sadam Husein que provocaron la Guerra de Iraq, y lo hizo con su palabra viva y también a través de la literatura, porque entendió que en momentos como ése “la ficción era la único modo de contar la verdad”.
De John Le Carré se decía que cautivó a millones de lectores de todo el mundo porque escribía con una gran fortaleza moral y ése es sin lugar a dudas el compromiso al que nunca debe renunciar un escritor que pretenda que su memoria después de muerto no sea rebatida por los hechos. La literatura a veces está llena de coartadas que liberan al autor de comprometer su pensamiento bajo la apariencia de un personaje de ficción con el que se identifica aunque lo describa como un ser despreciable, y por eso no todos los escritores se atreven a pintarle la cara al poder y hacer que aparezca como un payaso mentiroso.
Al recordar ahora a John Le Carré, intento hacerle un pequeño homenaje a un señor llamado David Cornwell, que, si aún estuviera vivo y le interesara lo que sucede en nuestro país, tendría fácil inspiración reparando en lo que dicen y hacen los mayores mentirosos de nuestra historia contemporánea.