El espectáculo del asalto al Capitolio, inimaginable en otras circunstancias, no ha tenido más consecuencias para los mercados que el propio de la sorpresa inicial, y abordan ahora el año 2021 con la pandemia como principal referencia y muy confiados en que las vacunas dejarán paso, en la segunda parte del año, a algo más parecido a lo que podemos considerar una vida normal.
CONTROL DEMÓCRATA Y BREXIT RAZONABLE
Aunque el último capítulo del traspaso de poderes en la Casa Blanca está por ser escrito, - los demócratas pretenden una destitución del Presidente y este ha anunciado que no asistirá a la ceremonia del 20 de enero-, tras los resultados de la segunda vuelta en Georgia, la composición final del Senado será de 50 senadores para cada partido de modo que el voto de calidad de la vicepresidenta da finalmente la mayoría a los demócratas que pasan a controlar, durante dos años al menos, las llamadas tres casas: Casa Blanca, Cámara de Representantes y Senado, algo que ni las encuestas más optimistas pronosticaban. Pero ya estamos acostumbrados.
En Europa, y en el último momento, se evitó el temido Brexit duro, y fue posible un acuerdo entre británicos y la UE con un pacto que puede considerarse razonable y en el que, aún sin unión aduanera, se permite un régimen de arancel cero para el comercio de bienes entre las dos áreas, pero en el que, llamativamente, quedan al margen los servicios financieros, críticos para Reino Unido y que se mantienen en una especie de régimen provisional revocable, dejando en una situación más delicada a los británicos que a la Unión Europea de cara a futuras negociaciones.
DÉJÀ VÚ PARA EL DÓLAR
Detrás de la reacción de los mercados a la resolución de estas incógnitas está la convicción de que la llamada “ola azul” demócrata garantiza la continuidad de políticas fiscales expansivas y de ello han dado testimonio los mercados de bonos con un repunte significativo de su rentabilidad, lo que coloca el rendimiento del bono a 10 años norteamericano en el 1,09%, su nivel más alto en 10 meses y que se ha visto acentuado por la primera destrucción de empleo en EE.UU. desde la fase inicial de la pandemia, con una pérdida de 140.000 empleos. Más importante es aún la ruptura al alza del nivel del 2% en las expectativas de inflación, algo que no se producía desde 2018.
El mayor gasto fiscal que pretenden los demócratas, estimado en un paquete de estímulo adicional de 1,4 billones, a sumar a los 0,9 ya aprobados por ambos partidos, es la parte más dulce para los mercados que sin embargo han de asumir ahora la menos dulce posibilidad de un incremento significativo de impuestos y en particular en el de sociedades que en otro caso habría sido rechazado por los republicanos.
La consecuencia del mayor gasto público es un mayor déficit fiscal qué, junto a las recuperadas expectativas de inflación, dejan todavía más expedito si cabe el terreno a los dólar bajistas que no han tardado mucho en reforzar la visión negativa para una divisa a la que se refieren como la de los dos déficits, en un déjà vú de los años 90, y sobre la que ahora pueden añadir, si es preciso, las dudas que se alimentan en la crisis institucional poniendo en duda su valor de refugio. En muy pocas ocasiones un consenso tan amplio se ha visto materializado, de modo que prevención en dejarse arrastrar por esta otra ola.