El ministro de Justicia ya ha lanzado un mensaje oficial que encierra una advertencia sobre la negociación del indulto a los presos del Process. Es un paso más en la tensión que impera entre los ocho partidos que pueden lograr alguno de los 135 escaños que están en juego. La mayoría de los separatistas apuestan por retrasar la cita con las urnas en base a las cifras oficiales de la pandemia; los españolístas no quieren aplazamientos, ya sean de semanas o meses.
Si este viernes, 15 de enero, el gobierno de la Generalitat y la mayoría de las partidos políticos no cambian de posición lo más probable es que no se celebren las elecciones autonómicas, y que la negociación entre el gobierno de Pedro Sánchez y los dirigentes de ERC, en cabeza, del PDeCat, de JxCat y hasta de la Cup sobre la suerte de los políticos que están en prisión y de los que están huidos se tense y coloquen a Sánchez y Pablo Iglesias ante otro problema.
Los resultados de Cataluña van a condicionar la política española del 2021, vayan o no a las urnas sus ciudadanos el 14 de febrero. Basta con mirar los cambios que se han producido en estos últimos tres años: de forma sorpresiva Miquel Iceta ha dejado a Salvador Illa el liderazgo de las listas y la posibilidad de la victoria, el triunfal Ciudadanos de Inés Arrimadas se ha derrumbado y pasará de ganar a una cuarta o quinta posición.
El expresidente Puigdemont aparece como el Ave Fenix y se convierte de nuevo en candidato pese a que no podría volver a España salvo que quiera ser detenido, en ERC ya no están tan seguros de conseguir la presidencia para Aragonés y el indulto para Junqueras, los Comunes de Iglesias y Colau pueden quedarse como estaban o retroceder, todo lo contrario que le puede pasar al PP, que tendrá que pelearse con Vox para ver quien tiene un escaño más que el otro.
Las cifras de escaños que dan todas las encuestas son muy similares: de las 83 candidaturas presentadas, existen tres en cabeza, y otras cinco o seis a gran distancia. El PSC, ERC y JxCat estarían por encima de los 30 parlamentarios, mientras que desde Ciudadanos a Vox se quedarían entre 5 y doce. Dos mundos muy distintos que obligarían a cualquiera de los grandes a buscar pactos para llegar a los 68 votos necesarios en el Parlament para que uno de los candidatos fuese elegido presidente.
Las combinaciones posibles dejan fuera siempre al PP y a Vox, con su máxima suma de doce o trece escaños. Ciudadanos se tendrá que enfrentar a posicionarse con los socialistas o con la derecha con la que está gobernando en varias autonomías como la madrileña, la andaluza, la murciana o la castellanoleonesa . Difícil papel para Inés Arrimadas y su candidato Carlos Carrizosa, no está en juego el compartir poder en Cataluña, está en juego su supervivencia a nivel nacional.
Si ERC, PDeCat y JxCat deciden repetir sus acuerdos de gobierno pese a la posterior ruptura en pedazos de los mismos pueden pasar con holgura el listón de los 68 escaños, sea quien sea el posible presidente. Sería volver a las tensiones políticos que terminaron en las votaciones del Parlament y las posteriores consecuencias de juicio, condenadas, huidas y cárcel.
Illas y Aragonés, de pactar - siempre bajo la sombra de Junqueras y el resto de los compañeros de prisión - tendrían que recurrir a los Comunes, salvo que de forma sorprendente consiguieran entre los dos llegar a la mayoría absoluta de la Cámara autonómica. Tripartito de gobierno ya que es difícil pensar que Iglesias y Colau se conformarían con apoyarles desde fuera y sin réditos de puestos en la Administración catalana.
Problema político catalán que se convertirá de inmediato en problema nacional, mezclado con todos los que van a ir apareciendo junto a los derivados de la pandemia como son la reforma del Poder Judicial, los precios de la electricidad, las pensiones, el paro, el endeudamiento de España por encima de su propio PIB, el cambio tecnológico de las empresas, las fusiones bancarias, y los juicios por corrupción que se celebrarán más pronto que tarde y que afectarán sobre todo al Partido Popular.
El preso Junqueras tiene un trozo de la llave, el huido Puigdemont otro, y el presidente Sánchez el control final de la cerradura. Habrá que ver hasta qué punto saben emplear sus posiciones para que no terminen echando otro cerrojo más a esta dolorida España.