En 37 puntos Europa ha escrito el acta de defunción de la soberanía española
Martes 21 de octubre de 2014
Seis meses después de ganar las elecciones generales con mayoría absoluta, Mariano Rajoy ha demolido piedra a piedra el programa que ofreció a los españoles. Todo lo que prometió lo ha incumplido con un argumento de "peso": no podemos hacer otra cosa, no podemos elegir. En seis meses hemos enterrado la democracia que teníamos, hemos terminado con toda una Legislatura - eso sí, sin convocar elecciones - y hemos entregado el gobierno y la soberanía de este país a unos "supervisores" que nos van a decir -ya lo están haciendo - qué es lo que tenemos que hacer, cuándo lo tenemos que hacer, cómo lo vamos a hacer, y quienes van a ser sus capataces para llevarlo a cabo.
La Comisión Europea, el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario y hasta el futuro Gran Ojo financiero que gobernará de hecho el Viejo Continente han tomado el control de España. Es sencillo: si controlo las finanzas, controlo el país. El resto son meras palabras, banales excusas, atribuciones de culpa y olvido de antiguas declaraciones y principios que se aseguró eran inmutables. Se iba a ir en sentido contrario de lo que hasta hace seis meses habían hecho los distintos gobiernos socialistas de Rodríguez Zapatero. Pues bien, no sólo no hemos tomado el camino inverso, hemos acelerado el paso por la misma senda y con peores resultados. Todo está peor que hace 180 días, y nada indica que vaya a estar mejor dentro de otros 180 más, al contrario: el calendario, el cronograma que acompaña en dos anexos a los 37 puntos que conforman el "Memorandum de Entendimiento" se alarga hasta finales de junio del 2013, y los plazos para que reduzcamos nuestro déficit por debajo del tres por ciento hasta finales del 2014. A partir de esas fechas, y con milagro incluido, a lo mejor llegamos al principio del fin.
Si Zapatero y sus ministros nos mintieron, Rajoy y sus ministros nos siguen mintiendo. Si Zapatero inició unos tímidos y "localizados" recortes sociales, Rajoy los ha extendido por todos los sectores de forma abrupta, salvo por el político, que lo ha hecho tímidamente, pues no puede llamarse de otra manera el recortar un 30 por ciento - a partir del 2015, por supuesto - el número de concejales en los Ayuntamientos. Nada se dice, ni se sabe de los Parlamentos autonómicos, ni del Congreso, ni del Senado, ni de ese "chocolate del lo" que son los traductores de nuestra segunda Cámara.
En 9.000 palabras, más o menos, los que mandan de verdad en Europa nos han echado de todos los centros de decisión, nos han humillado en las personas de nuestros representantes políticos a los que han dejado con el culo al aire un día sí y al otro también, y comienzan a decidir por nosotros sin que los ciudadanos y votantes podamos decir nada. "No se puede elegir", asegura el presidente del Gobierno en el hemiciclo del Congreso, en la sede teórica de la soberanía nacional. Y no pasa nada. Aquello que le atribuían al que fue alcalde de Madrid y catedrático de Universidad, Enrique Tierno Galvan, de que los programas estaban para no cumplirlos, se hace realidad por enésima vez en esta España nuestra.
Los hombres de negro que nunca iban a venir a visitarnos, según se ufanó de proclamarlo hace apenas unos días nuestro ministro de Hacienda, van a venir cuando quieran, y además nos van a pedir cuentas todas las semanas, todos los meses, todos los trimestres. A las distintas Administraciones y a todos los bancos, sean buenos, malos o pésimos. Aquí no se salva nadie. Adiós a la paga extra de Navidad para los funcionarios, que ya veremos como se les da cuando se jubilen y no antes de 2015; adiós al IVA al 18 por ciento, adiós a las bonificaciones a las empresas por contratación, adiós al actual sistema de prestaciones por desempleo, adiós a las pensiones tal y como las tenemos, adiós a la deducción por compra de vivienda que se "rescató" hace cinco meses. Ya dijimos adiós a los derechos de asistencia a los discapacitados, y dimos la bienvenida al copago por medicamentos. La lista es tan larga y tan conocida que no merece la pena seguir mencionando cada una de las partidas de "nuestro estado del bienestar" que se han volado con la dinamita europea. Y podemos estar seguros, todos, de que no han acabado.
Eso sí, de medidas de estímulo a la economía, de ayudas a las empresas, de fluidez del crédito, de medidas directas para combatir el paro de cinco millones de españoles y creciendo, ni una palabra. Se trata de cortar, de podar por todos los sitios para luego ver si crece algo, si todavía existe algún sector en pie, si este país sigue en pie. O lo que es lo más probable: seguir cambiando sobre la marcha, poner más y más medidas restrictivas en vigor, ver cómo aumenta la violencia social, cómo se obliga a los cuerpos de seguridad a ser más represivos. Van a dejar a España es estado comatoso y aún e permiten decir, asegurar, machacarnos con un mismo, simple y mentiroso mantra: " no se puede elegir".
Nos hemos convertido en apenas un cuarto de siglo en un país adormecido, anestesiado desde el poder, al que le cuesta levantarse para decir que no. Los culpables indirectos son los partidos políticos, las organizaciones empresariales, las organizaciones sindicales y los medios de comunicación, que se han burocratizado hasta extremos insoportables y están dejado de representar a los que dicen sus representados. Algo que no debía ocurrir, que no queríamos que ocurriera los que vivimos la transición a la democracia de manera directa, pero que ha ocurrido. Existe un culpable directo, que debe reaccionar, que debemos reaccionar, que somos los que conformamos eso que de forma sencilla y directa se llama pueblo.
Post Scritum.- La Casa Real, el Rey, ha cometido errores importantes en los últimos tiempos. Ha sabido pedir perdón y recomponer su imagen y el papel que le atribuye la Constitución. Si ha sido suya la decisión de presidir el Consejo de Ministros que va a llevar a cabo el mayor recorte social en la historia de España y la mayor entrega de soberanía desde los tiempos de Napoleón, el error puede llevarle a una crisis sin salida. Y si se lo han impuesto desde el palacio de La Moncloa, la irresponsabilidad es mayúscula. Don Juan Carlos se pone al frente de los recortes en un apoyo al Gobierno que va a chocar mucho más pronto que tarde con su obligación de ponerse al lado de los ciudadanos. Es hoy uno de los pocos vínculos - junto al deporte y los deportistas - que nos unen a todos, y malo sería que estas medidas contra la crisis nos dejaran sin autoritas, ni potestas.