Madrid, desde siempre y como casi siempre se ha convertido en este abril de 2021, con su campaña electoral y la cita con las urnas del 4 de mayo, en el epicentro electoral de España, ya sean autonómicas - posible repetición en Cataluña - o generales. La estrella hoy, por mucho que le pese a su ego, no es Pablo Iglesias, es Isabel Díaz Ayuso, que puede “enterrarle” junto a Inés Arrimadas.
En este territorio de apenas ocho mil kilómetros cuadrados, 179 municipios y el primero en creación de riqueza a nivel nacional va a tener lugar la madre de todas las batallas, con un resultado incierto cuando falta apenas un mes para ir a las urnas y sin que ningún partido tenga claro lo que va a hacer al día siguiente.
Ni el Partido Popular, que lleva más de 20 años " presidiendo" la oposición, ni la dividida izquierda en tres trozos sabe de su papel de compañera de viaje. Ciudadanos lucha por su supervivencia con ese cinco por cierto fijado en el rertrovisor; y Vox es consciente de que tendrá que decidir si su apoyo implica entrada en el Gobierno.
El resto de España sabe que se van producir muchos cambios y las guerras internas de los distintos partidos, primero; y las externas, más tarde, van a dejar en la cuneta a muchos de los nombres que hoy se sientan en los sillones del poder, en los Ayuntamientos y en los gobiernos regionales. En Madrid todo va a ser más duro, con más asientos en la Asamblea pero también con más nombres a pelear por ellis. más fratricida, más exigente y con mayor alcance que en ningún otro sitio.
Sin duda fue importante lo que ocurrió en Murcia tras la fallida moción de censura, y es muy importante lo que está ocurriendo en Cataluña con las condiciones de Puigdemont desde Bruselas para dejar que Pere Aragonés consiga su ansiada investidura, pero nada comparable a las consecuencias que tendrá el resultado de Madrid. Puede activar el mecanismo de elecciones generales anticipadas y, sin duda, alterará los equilibrios internos en el Partido Popular, entre el presidente nacional, Pablo Casado, y los siempre díscolos dirigentes autonómicos; algo que también se le podrá aplicar al líder del PSOE, Pedro Sánchez, y sus intentos de extender el control de Ferraz a todas las Federaciones con la andaluza en primer término.
Se mirarán los resultados de la Comunidad madrileña en Cataluña dentro del debate separatista, que seguirá vivo con o sin Carles Puigdemont en el “exilio” o en la cárcel. La Generalitat bien vale muchas misas.
Trabajo, mucho e ingrato y duro trabajo van a tener en estos próximos meses desde Unidas Podemos al resto de partido, con García Egea y Abalos como máximas responsables de las listas de los dos grandes partidos si, como piensan muchos, Pero Sánchez decide que en otoño es hora de volver a las urnas.
Todas estas tensiones y escaramuzas internas de los partidos cristalizan en Madrid de forma especialmente dura e intensa con aspiraciones de los candidatos y sus entornos que se debaten entre el poder central de PP, PSOE, Podemos, Ciudadanos y Vox con el poder autonómico y municipal de esas mismas formaciones. En el PP, pese a la ventaja inicial con que cuentan desde hace años, creen que con Diaz Ayuso en la Puerta del Sol las relaciones con los despachos de la calle Génova no van a ser igual, como tampoco lo serán con el Ayuntamiento que rige Martínez Almeida.
En el PSOE, el problema está más en el enfrentamiento claro entre Pedro Sánchez y Susana Díez por el control del partido en Andalucía y del que saldrán las futuras designaciones de candidato. En el ámbito de Podemos, la salida del gobierno de Iglesias y su “necesidad” de impedir el naufragio electoral de la formación, es equiparable muy parecida a la de Santiago Abascal, que irá cerrado la lista de Vox; y los cuatro actores principales queriendo que el reparto de los restos de Ciudadanos vayan a engrosar la bolsa de sus votos. Edmundo Bal lo tiene difícil y si fracasa y no obtiene representación en la Asamblea autonómica, su futuro y el de Inés Arrimadas estará decidido. El centro tiene en esta España muy complicada su existencia.