Hay más razones: la mala elección del candidato Gabilondo, la mala campaña ideada desde el palacio de La Moncloa por Ivan Redondo, la pésima ocurrencia de intentar dos mociones de censura en Murcia y Castilla y León que fracasaron de forma estrepitosa. Y por encima de todo: la imagen de deterioro progresivo e imparable del presidente Sánchez, de sus vicepresidentes y de sus ministros, con especial incidencia en la persona de Pablo Iglesias.
El Partido Popular y el efecto Ayuso han conseguido que la derecha y el centro derecha barra a la izquierda en todas las zonas que siempre se han considerado de derechas, pero también han conseguido una buena parte de los votos que hasta hace dos años eran de izquierdas.
La clase media madrileña, los pequeños comerciantes, los profesionales liberales, los autónomos han dicho con su voto que no están de acuerdo con todo lo que les han hecho desde el Gobierno Central. Le han dicho no a Sánchez y a Montero, a Illa y a Simón, a Iglesias y a Garzón. Los resultados de las urnas han dinamitado el Gabinete. Un cambio de caras y de políticas se hace urgente para el presidente si quiere sobrevivir a la catástrofe.
La dimensión de la victoria para el Partido Popular la vamos a ir viendo en las próximas semanas y meses; al igual que vamos a comprobar la dimensión de la derrota en el bando socialista. No sólo pierde frente a la derecha, que le va a duplicar con diferencia en todo; pierde también frente a sus posibles socios de la izquierda. Mientras el PSOE retrocede y mucho, tanto Más Madrid como Unidas Podemos avanzan.
En la noche electoral Ayuso convirtió Madrid en una fiesta, para sus militantes y votantes tradicionales, y para muchos votantes que dejaron su pasado socialista para respaldar a la persona que les ha permitido sobrevivir. Se trata del futuro de las familias y de los millones de ciudadanos que han visto peligrar su subsistencia.
Las consecuencias en el PP van a ser positivas. Es verdad que Ayuso se ha convertido en un referente nacional - el propio Sánchez y sus asesores contribuyeron a ello - pero el liderazgo de Pablo Casado sale reforzado. Sus opciones de convertirse en habitante de La Moncloa y formar un futuro Gobierno en España han crecido de forma geométrica.
La influencia de Madrid en el resto del estado es muy grande. El castigo electoral se va a extender y es muy difícil que con las nuevas medidas económicas y fiscales que van a imponerse desde Bruselas Pedro Sánchez pueda recuperar impulso y librarse del mismo. Incluso dentro del socialismo más de un dirigente autonómico estará esperando un “mea culpa” y un cambio radical en los comportamientos de “otro Gobierno” para poder sobrevivir en su propio territorio.
Desde la Comunidad valenciana a Asturias y desde Extremadura a Aragón los dirigentes socialistas van a culpar del desastre al Gabinete en su conjunto pero colocarán en primera fila a Sánchez y a Redondo y llegarán al punto central que tanto han criticado desde Felipe González a Joaquín Leguina, el pacto con Unidas Podemos y la presencia perturbadora de Pablo Iglesias.
Si colocamos a los neo marxistas que encabezan Iñigo Errejón y Mónica García con los neo marxistas que encabezan Iglesias y Garzón comprobaremos que la salud de ellos es mucho mejor que la del indeciso e indefinido cuarteto que forman Pedro Sánchez, Carmen Calvo, María Jesús Montero y Nadia Calviño. Habrá que comprobar de igual forma hasta dónde llegan las fidelidades internas en el PSOE, empezando por la “guardia pretoriana” de José Luís Abalos.
En dos años, los que van de mayo de 2019 a mayo de 2021, hay cambios personales profundos. Isabel Díaz Ayuso ya no es la primeriza candidata que perdía frente al veterano Gabilondo. Nada que ver. En el lado contrario Pablo Iglesias e Irene Montero han dilapidado todo el crédito que tenían desde el 15M.
Un adiós con tristeza para Ciudadanos. Lo dejó herido Albert Rivera, lo ha terminado de matar Inés Arrimadas. Su candidato, Edmundo Bal, quiso reivindicar el diálogo y el centrismo. Se equivocó en su entreguismo al PP pidiendo estar en ese futuro e hipotético Gobierno autonómico. es más que probable que hubiera ocurrido lo mismo. Este tiempo ya no era su tiempo.
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