Ione Belarra e Irene Montero.
Rafael Gómez Parra | Jueves 20 de mayo de 2021
La navarra Ione Belarra tiene la difícil tarea de mantener vivo a Podemos hasta las próximas elecciones donde la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, debe recoger el testigo que le ha otorgado Pablo Iglesias
Belarra tiene el perfil típico de una activista del 15 M, pamplonica de nacimiento y vecina de Madrid, tenía 23 años cuando los jóvenes tomaron la Puerta del Sol indignados por la falta de un futuro imposible del que culpaban a la casta política y al capitalismo. Su curriculum se limitaba a sus estudios de psicología y a colaborar en unas cuantas ONGs hasta que en 2014 se integró en el recién creado partido morado y se convirtió en una política profesional.
La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030 ha crecido políticamente bajo el manto de Iglesias y ha tenido que sentir el vértigo del abandono del líder mucho más que otros dirigentes y militantes del partido.
Podemos es hoy un partido que en el poco tiempo que lleva de vida ha sufrido una ruptura grave, la de Más Madrid y que ha visto como en numerosas comunidades y municipios donde hace cinco años convocaba a decenas de personas de todas las edades, hoy se encuentra prácticamente desaparecido. Ya no hay asambleas abiertas, los círculos no funcionan y sus aparatos han quedado reducidos al gupo de militantes que ocupan puestos políticos.
Una mirada general sobre Podemos nos indica que tras las elecciones de 2019 prácticamente solo existe en Madrid, a la baja y muy tocado por los errejonistas, la Comunidad Valenciana y Baleares, donde luchan por mantenerse frente a los Compromis y el PSOE; en Aragón, Asturias, Extremadura, La Rioja, Navarra y el País Vasco, con mucho menos votos que en los comicios anteriores.
En Andalucía va a ser difícil incluso que sobrevivan a las próximas elecciones autonómicas tras la ruptura con los anticapitalistas de Teresa Rodríguez y el alcalde de Cádiz, Kichi González.
En Castilla La Mancha están desaparecidos, lo mismo que en Galicia, y muy tocados en Murcis y Castilla y León. En Cataluña, bajo la égida de Ada Colau y sus comunes tratan de mantenerse en el filo de la navaja entre el PSOE y los independentistas.
Sin el sacrificio de Iglesias seguramente Podemos habría desaparecido de la Asamblea de Madrid, lo que hubiera sido un golpe mortal a la organización que ahora tiene dos años para intentar recuperarse cosa bastante difícil dado el éxito de Mónica García de Más Madrid, una marca que no necesita una gran aparato detrás y que puede funcionar como un partido madrileñista de izquierdas.
Con todo este difícil trabajo por delante, Ione Belarra, parece haber decidido empezar a remodelar la casa común por el tejado fichando a la actriz María Botto y al ex deportista navarro Roberto Sotomayor como banderas de la nueva época siempre de cara a la galería.
Pocas novedades habrá en la nueva dirección de 89 miembros que saldrá elegida en la Asamblea General del 13 de junio, salvo la ausencia de Iglesias y la retirada del secretario de organización, el canario Alberto Rodríguez que se va sin explicar por qué lo deja. No ha debido ser fácil su trabajo aunque muy mal no lo ha debido de hacer cuando durante su mandato no ha habido ningún problema que haya salido a la luz. Tampoco parece que quiera seguir el ex jefe militar, Julio Rodríguez, que acaba de afirmar que no recogerá su acta de diputado en la Asamblea de Madrid.
La sucesora in pectore de Iglesias, Yolanda Díaz, ha preferido esperar a que se resuelvan todos los problemas que pueda causar en el partido la baja de su líder para presentarse como un figura por encima de las luchas partidistas. La gallega dejó Izquierda Unida hace dos años pero no se integró formalmente en Podemos, seguramente de acuerdo con Iglesias que, desde fuera, será su principal consejero.
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