Por Marta G. Galán
La nueva esposa del primer ministro, con solo 33 años, será la anfitriona de la reunión del G7 en Cornualles y de la Cumbre Mundial del Clima a finales de año
Los periódicos y televisiones británicas ya tienen una nueva estrella del corazón y de la política: la nueva esposa del primer ministro Boris Johnson, ex jefa de prensa del Partido Conservador, Carrie Symonds, ahora ya Carrie Johnson tras su boda católica en la Catedral de Westminster.
Cualquier detalle de la boda sirve para sacarle toda la punta posible, desde saber quien pagó la ceremonia hasta preguntarse por qué el arzobispo Vicent Gerar Nichols, arzobispo de Westminster, permitió a la pareja casarse a pesar de que el hombre era divorciado por dos veces, cosa que está prohibida en la Iglesia Católica.
La excusa para permitir la boda en la catedral es que sus anteriores matrimonios fueron civiles y que por lo tanto no cuentan a ojos de la Iglesia Católica
También es cuestión de polémica el saber si Boris Johnson es en realidad católico romano o es anglicano, ya que al parecer su madre le bautizó como católico, pero él se convirtió al anglicanismo posteriormente para retornar ahora a la obediencia de Roma.
De hecho, el polémico político británico es el primer presidente del gobierno católico desde que Enrique VIII rompiera con el Papa de Roma y fundara la Iglesia Anglicana. Con anterioridad, Tony Blair, el laborista que dirigió los destinos del Reino Unido entre 1997 y 2007, esperó a dejar el cargo para anunciar su conversión al catolicismo
La fama de ligón del primer ministro ha sido aireada también por todos los medios de comunicación incluyendo historias reales o inventadas de cómo y dónde engañaba a sus primeras dos esposas, Allegra Mostyn-Owen, a la que conoció cuando ambos eran estudiantes en la universidad inglesa de Oxford y con la que se casó en 1987; y Marina Wheeler, la madre de sus cuatro hijos.
Con su nueva novia, Carrie, tuvo un hijo, Wilfred, el 29 de abril de 2020, poco después de que Boris obtuviera el divorcio. Y se le adjudican al menos otros dos hijos más.
La nueva esposa, que acaba de cumplir 33 años, frente a los 56 del primer ministro británico, fue también la primera “novia” que ocupó el cargo de primera dama en el número 10 de Downing Street.
Ahora, los grandes rotativos, mucho más sensacionalistas que los españoles, vigilan los primeros pasos de la nueva esposa para saber si será capaz de parar los pies a Boris Johnson y detener sus contactos extramatrimoniales.
Se preguntan también si Carrie no aprovechará su cercanía al poder para comenzar una carrera política como han hecho otras mujeres consortes, como Cristina Fernández, esposa del argentino Néstor Kirchner, o la mujer de Bill Clinton, Hillary.
En los últimos meses se ha especulado con que Carrie había ido afianzando su poder dentro de Downing Street consiguiendo convencer a su actual marido de que se gastase 58.000 de libras en arreglar el piso oficial donde viven y obligándole a echar de noche a su principal consejero, Dominic Cummings, que se había enfrentado a ella. La boda, según todos los medios, fue la mejor forma de contestar a las acusaciones de Cummings de que ella es ahora la que manda.
Todos los ojos están ahora concentrados en el papel de anfitriona que desempeñará Carrie Symonds en la cumbre de Carbis Bay en Cornwall (Cornualles) de los líderes del G7: Reino Unido, Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Estados Unidos y la Unión Europea, donde se abordarán "retos compartidos" como la lucha contra el coronavirus y el cambio climático.
Será de hecho la primera reunión en persona de los dirigentes mundiales, después de que el G7 de 2020 se cancelara por la pandemia y la cita del G20 el pasado diciembre se celebrara de manera virtual. Asistirán además tres países invitados, Australia, India y Corea del Sur.
Los periodistas británicos se recrean pensando en cómo recibirán el restos de esposas de estos líderes mundiales Carrie que, con mucho, será la más joven del grupo. Comúnmente, la esposa del político anfitrión tiene que diseñar y dirigir una serie de actividades paralelas para los cónyuges, mientras sus parejas discuten de política.
No será la única novata del G7 pero si la más joven en comparación con la primera dama de los EE. UU., Jill Biden (Jill Tracy Jacobs), a punto de llegar a los 69 años de edad; la esposa de Yoshihide Suga primer ministro japonés, Mariko Suga (68 años), y Serena Cappello, la mujer del primer ministro italiano, Mario Draghi, que va a cumplir 74 años. Todas la doblan en edad.
La mujer del primer ministro australiano, Scott Morrison, Jenny Warren tiene 53 años. Y Jashodaben Chimanlal, la del primer ministro indio, Narendra Modi, 69. Debería asistir también la esposa del nuevo primer ministro surcoreano, Kim Boo Kyum, recientemente nombrado.
Como lo colofón a toda esta historia de cotilleos y política, a finales de este año, el Reino Unido será el anfitrión de la cumbre sobre cambio climático COP26 y parece que ella ha conseguido que su marido invite al evento al Papa Francisco a la reunión que se celebrará en Glasgow (Escocia). Si ello ocurriera sería la primera vez que un Papa de Roma se reúne con un primer ministro inglés y su esposa, ambos católicos, algo que hubiera sido impensable hace 40 años.