NACIONAL

Junqueras propone la vía escocesa, y Sánchez prefiere la solución quebequense

Oriol Junqueras y el ex líder del Partido Nacionalista Escocés, Alex Salmind, en Bruselas en 2009.
Rafael Gómez Parra | Lunes 07 de junio de 2021

Mientras el líder de ERC quiere un referéndum de independencia pactado con Madrid, el presidente del Gobierno podría ofrecer dar a Cataluña el título de nación a cambio de que los catalanes volviesen a la vía de la autonomía.



La vía escocesa, la escogida por Oriol Junqueras en su carta de rectificación sobre la estrategia a seguir para conseguir la independencia de Cataluña, conlleva no solo la modificación de la Constitución Española de 1978 para permitir a la Comunidades Autónomas ejercer el derecho de autodeterminación, sino la integración en la normalidad política española de un referéndum de independencia cada equis años.

El único referéndum escocés para salirse del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (constituido en 1707), se realizó el 18 de septiembre de 2014 tras un acuerdo entre el gobierno de Londres que dirigía David Cameron y el Partido Nacionalista Escocés, de Alex Salmond, que gobernaba y gobierna en Escocía.

Una de las condiciones impuestas por Cameron fue que podían votar todos los ciudadanos de la Unión Europea y de la Mancomunidad británica de Naciones residentes en territorio escocés, pero no los escoceses residentes fuera del país.

En total acudieron a las urnas el 84,59% de un censo total de 4.283.392 personas. El resultado final fue de 55,3% de los votos a favor de seguir unidos, frente al 44,7% que querían separarse.

Dos años después, el 22 de junio de 2016, Cameron aceptaba convocar el referéndum sobre la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, que ganaron los partidarios del brexit. Nada más conocerse los resultados, el Partido Nacionalista Escocés volvió a plantear una nueva consulta sobre la independencia con la excusa de que en Escocia había ganado la opción de permanecer en la U.E.

Durante los últimos cuatro años han sido constantes las peticiones públicas de los nacionalistas escoceses para llevar a cabo un nuevo referéndum, pero tanto el gobierno de Theresa May, como ahora el de Boris Johnson, han hecho oídos sordos y no parece que lo vayan a conseguir a corto o medio plazo.

El 6 de mayo pasado, el PNS volvió a ganar las elecciones al Parlamento Escocés consiguiendo 64 escaños, a solo uno de la mayoría absoluta, najo el liderazgo de Nicola Sturgeon, que volvió a reclamar una nueva consulta a Johnson.

Otro de los ejemplos que los catalanes han puesto sobre la mesa en alguna ocasión son las dos consultas realizadas en Quebec para separarse de Canadá. La primera se realizó en 1980, que fue muy negativa para los independentistas francófonos, y la segunda, quince años después, en 1995, donde estuvieron a punto de ganar. Los partidarios de seguir juntos sumaron solo el 50,6% frente al 49,4% a favor de la independencia.

Desde entonces no se ha vuelto a celebrar ningún referéndum en Quebec aunque en el 27 de noviembre de 2006 el Parlamento canadiense reconoció a Quebec como una nación unida a Canadá dándole un estatus especial en lo cultural y social, cosa que parece haber aplacado los deseos separatistas de los independentistas.

Tras este acuerdo, el Partido de Quebec (PQ), partidario de la independencia, que había venido triunfando en los comicios, perdió las elecciones de 2018 frente al nuevo partido autonomista, Coalición para el Futuro de Quebec, liderado por el antiguo ministro de Educación, el ex independentista François Legault, que es actualmente el primer ministro de la “nación autónoma” de Quebec.

El Bloque Quebequense, se reúne a los independentistas, consiguió, sin embargo, renacer en las elecciones federales, liderado por Yvés-François Blanchet, por lo que todo está de nuevo en el aire de cara a los próximos comicios provinciales de 2022, donde los ciudadanos de la región francófona tendrá que decidir si siguen apoyando al partido autonomista o al Bloque independentista.

Quebec, sin embargo, se mantiene fiel a la Monarquía británica, representada en Canadá por un gobernador (virrey) que a su vez tiene tenientes gobernadores en cada provincia. El de Quebec es desde 2015, el honorable Michel Doyon, que actúa como una especie de jefe de Estado, aunque el gobierno recae en el primer ministro elegido en los comicios provinciales. Algo así como si Felipe VI tuviera un virrey en Cataluña.

Sin duda entre Escocia y Quebec, el gobierno de Pedro Sánchez hubiera preferido que Oriol Junqueras hubiera escogido esta vía que solo implicaría que el Congreso de los Diputados reconociera a Cataluña como una nación integrada en España y que naciera un partido autonomista federal que ganara a los independentistas. Es decir volver más a menos a las relaciones que Madrid mantenía con el partido de Jordi Pujol tras ascender, eso sí, a Cataluña a la categoría de nación.

El caso de Escocia es distinto porque se trata ya de una nación integrada en una entelequia llamada Reino Unido de Gran Bretaña, que traducido al caso de España es como si se decidiese formar ahora un Reino Unido de España, País Vasco, Galicia y Cataluña, por ejemplo, o llevado al extremo, que se otorgase tal estatuto nacional a las 17 autonomías para constituir un Reino Federal.

Todo eso sin contar con que Esquerra es además un partido republicano, lo que les impediría aceptar la denominación de Reino, cosa que por ahora no constituiría ningún problema en el resto de las Comunidades Autónomas donde los partidos republicanos son minoría.


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