Si les preguntamos - a cualquiera de los ocho líderes que encabezan las formaciones que se se sientan en el Parlament por Luís García Berlanga lo más seguro es que alaben su cine, afirmen con enorme convicción que es uno de los grandes retratistas de la España de Franco, y que su pequeña saga de “La escopeta nacional” junto a “Bienvenido Mister Marshall” son los mejores ejemplos de cómo se han movido las autoridades de este país en cuarenta años.
Dudo que se acuerden o sepan que hace sesenta años el director valenciano rodó su gran fracaso al intentar trasladar una crisis empresarial en un pequeño pueblo a un milagro ficticio, un embuste con tonto incluido que buscaba salvar los dineros de los ricos del lugar haciendo creer a sus conciudadanos de que San Dimas, el buen ladrón, se había aparecido en carne y hueso para sanar a todo aquel que probara las aguas del balneario.
La película, titulada “Los jueves, milagro” recaudó nueve mil pesetas de la época y debemos al entrañable crítico Manuel Hidalgo la verdad del rodaje y de las censuras, cortes y cambios que sufrió por aquello de que la Iglesia de la época no podía permitir que los milagros fueran puestos en tela de juicio. Así, del fraude del pequeño grupo de conspiradores de pueblo, se pasó a los milagros de verdad, con santo incluido.
Desgraciadamente don Luís se murió y no podrá rodar lo que va a pasar en Cataluña como base para una de sus sátiras sociales. El reto queda ahí para alguno de sus discípulos empezando por Emilio Martínez Lazaro, que ya tiene un buen camino andado para buscar el lado cómico de las disputas independentistas tras su “Ocho apellidos catalanes” rodada apenas dos meses después de las elecciones catalanas de 2015.
En este junio que anticipa un cambio en los encuentros y desencuentros entre las formaciones políticas catalanas, que podrían desembocar en un nuevo escenario de alianzas en el Govern, todos los que participan en la contienda piensan y hasta sueñan con un milagro: Puigdemont desde Bruselas en que el gobierno de Aragonés se estrelle y se convoquen nuevas elecciones para poder seguir mandando desde la distancia, un poco como Papa Luna en el destierro y al igual que aquel lo más probable es que se quede sin mitra y sin báculo; Junqueras desde la cárcel sueña con sentarse en la nueva mesa de negociación consumado ya su papel de martir, que por algo se declara ferviente católico.
Arrimadas, que es como un Juan Bautista en mujer, quiere convencer al resto de partidos que Ciudadanos sigue vivo mientras que Iceta,que ya ha vuelto a probar las mieles del Coliseo madrileño, interpreta a un Poncio Pilato, quien tras lavárse las manos, mira hacia su sustituto, el ex ministro Illa, para apoyar la candidata de éste desde un pretendido Gobierno en la sombra.
Desde el Sanedrín que formaron Pablo Iglesias y Ada Colau se predica, al igual que lo hiciera Riera desde más a su izquierda, sobre los males que pueden llover sobre Cataluña en caso de que se malogre el experimento/milagro al que se ha llegado y ganen los malignos, que por supuesto son el resto de formaciones. Ninguno de los dos - desde sus respectivas y muy distintas condiciones actuales aspira a ganar en el futuro, pero cada uno por su lado van a intentar mantener su condición de estrellas de la fiesta y si tienen que representar el papel del centurión Longino a buen seguro que clavarían sus respectivas lanzas en los costados de sus adversarios.
Y, por último, tanto Ignacio Garriga como Alejandro Fernandez podrían representar el papel de Trajano senior, quien en nombre de Diocleciano mantuvo a sangre y fuego el poder de Roma en ese territorio, a cambio, eso sí, de su olvido en la historia con mayúscula. Destruyó una vez Jerusalén y si le hubieran dejado habría repetido la hazaña. Se recuerda a Pilatos, a Longino, a Dimas e incluso al Herodes “bueno”, no al de la matanza de los inocentes, pero del sacrificado, trabajador y espartano Trajano senior ni media línea. Una injusticia que puede repetirse.
Milagros para todos y embustes para justificar las derrotas, que en eso la política de hoy no tiene nada que envidiar a la de hace dos mil años, y lo vamos a comprobar en el transcurrir de los próximos meses.