Lo mejor que tiene la Biblia es que te permite leerla de muchas maneras. Puede tomarse como una gran novela de aventuras si no eres religioso, como un conjunto de normas morales si crees en la salvación de las almas, o como el mejor y más exigente de los libros de cara a la conquista del poder y su mantenimiento.
Si lo hubieran hecho José Luís Abalos, Ivan Redondo, Juan Carlos Campo, Carmen Calvo, Arancha González Laya, Pedro Duque, José Manuel Rodríguez Uribes y sobre todo Isabel Celaá habrían estado preparados para su cese y el sufrimiento por lo perdido habría sido mucho menor. No se trata de que se sientan como el Job que aparece lleno de poder en la ciudad de Uz y lo pierde todo por una apuesta entre Dios y el Diablo, como si tal cosa fuese posible, para luego recuperarlo gracias a la fe. Simplemente y para evitarlos la lectura del Antiguo y Nuevo Testamento les colocaré ante la frase que aparece en el versículo 1.21 de esa historia.
Son la respuesta que Job les da a tres amigos cuando le preguntan por el cúmulo de desgracias que se han abatido sobre su cabeza : “ el señor me dio todo lo que tenía y el señor me lo ha quitado “. Lo escribo con minúsculas para evitar que algún lector se siente herido por la evidente comparación con Pedro Sánchez.
El presidente del Gobierno y Secretario General del PSOE les entregó - con fecha de devolución - todo el poder político, administrativo y social del que han gozado durante dos largos años. Se lo dio porque podía y se lo ha quitado por la misma razón. Que tomen nota los recién llegados. En la política española las decepciones de los que pierden sus sillones se deben a que han leído poco. Puede que el Libro de Job judío sea una copia de un anterior texto sumério. Da igual. Desde hace dos mil años ha pasado por todas las civilizaciones que se ha sucedido en Occidente.
Hoy, presidentes y presidentas en este país que es España son mucho más señores y señoras que hace cuarenta años. Mientras ostentan el poder hacen y deshacen a su libre albedrío. Pedro Sánchez al igual que Isabel Díaz Ayuso - que abandona junto con casi todo su Gobierno la Asamblea de Madrid durante un Pleno - actúa más como un señor feudal que como un dirigente político democrático que se ajustara a la casi olvidad división de poderes, y a la tan proclamada como arrojada al baúl de los recuerdos, voluntad popular representada por el Parlamento.
Ivan Redondo creyó tener un poder que no poseía y quiso llegar mucho más lejos de lo que entrañaba su cargo. El presidente le dejó correr como los galgos detrás de la liebre hasta que decidió que esa cacería se había terminado. Lo mismo le ocurrió al ya ex ministro Abalos y Secretario de Organización del PSOE. Sus males eran mayores y su decepción y enfado de iguales proporciones. Dos lecciones para Oscar López y para Adriana Lastra. Tengo la sospecha cierta de que Felix Bolaños si ha leído la Biblia y varias veces.
Que Paco Salazar y Santos’s Cerdán se peleen al mismo tiempo que se protegen carece de importancia. Al igual que carece de trascendencia que tres ex alcaldesas, de tres pueblos de mediana importancia se hayan convertido en ministras. Y que el anhelado regreso al Madrid de las conspiraciones por parte de Miquel Iceta - que tiempos los vividos bajo la alargada sombra de Narcís Serra - se haya convertido en un alargado Purgatorio por culpa de sus coqueteos con los “diablos” independentistas de Cataluña.
De cara a los próximos 15 y 17 de octubre aconsejaría a todos y cada uno de los asistentes al 40 Congreso Federal del PSOE, y a los que les seguirán en las Autonomías y Ayuntamientos, con su lista de ambiciones centrada en las listas electorales que seguirán a todo ese largo maratón de reuniones y zancadillas , que miren el retrato que hizo de Job el pintor León Bonnat, que se puede ver en el Museo del Louvre, donde el sufrimiento por lo perdido está en proporción directa a lo que previamente se recibió.