El Gobierno pone en marcha una operación de marketing condenada al fracaso
Martes 21 de octubre de 2014
No ha podido el ministro de Exteriores, García Margallo, escoger peor día para presentar al Alto Comisionado que defenderá la "marca España" tanto en el exterior como en el interior de nuestro país en una pretendida gran operación de marketing institucional: la Bolsa vuelve a caer, la prima de riesgo a subir, y la calle se convierte en campo de batalla entre los que protestan y la policía.
Asegura un viejo proverbio español que las alegrías duran muy poco en la casa del pobre, y eso nos ha pasado a nosotros, que tras el Memorandum de Entendimiento enviado por Bruselas y la intervención apocalíptica del presidente del Gobierno en el Congreso, la Bolsa vuelve a caer por la falta de confianza de los inversores, y la prima de riesgo vuelve a subir por los mismos motivos. Los llamados "mercados" no se creen nada de lo que dicen los políticos y mantienen la presión sobre las economías más débiles de la Unión Europea, y la española no es que esté débil, está en la UCI.
Los únicos recortes que se ponen en marcha de un día para otro son los sociales, los otros tardarán meses en poder ejecutarse dado que habrá que esperar a que terminen las Legislaturas autonómicas y municipales para poder operar en esos territorios. Unos ámbitos de actuación política en los que el Gobierno va a encontrar severas oposiciones: unas por parte de la oposición que gobierna en Andalucía, Canarias, Cataluña y Asturias, de forma directa y diciendo no a las nuevas exigencias de déficit para este año y el que viene; otras por parte de aquellas que gobierna el PP, de forma más indirecta por aquello de que combatirían contra su propio partido, pero basadas en los mismos problemas: los recortes les van a llevar a más problemas de los que ya están padeciendo, y lo mismo se puede hablar de las abstenciones Extremadura y Castilla y León, que de las "obligadas al silencio público" como son Madrid y Castilla la Mancha.
La Europa del Norte, la de Alemania, Holanda y Finlandia, ha decidido que dado que no puede devaluar el euro ya que iría en contra de sus intereses, y que tampoco ve positiva la "expulsión" de los países del Sur con más deuda y más problemas de ajuste por las pérdidas que ocasionaría a sus bancos y a sus exportaciones, lo mejor que puede hacer y ya ha hecho es "devaluar a los países". España es el último ejemplo. Todo lo que hay por debajo de los Pirineos vale menos: los bancos, las empresas, las casas, los salarios...Hemos pasado de creernos los más ricos de Europa, capaces de comprar aeropuertos en Gran Bretaña, constructoras en Alemania, tener más energías renovables que nadie, competir en todo el mundo con nuestros proyectos, desarrollar la red de Alta Velocidad mejor del mundo, al igual que nuestras infraestructuras...a descubrirnos pobres de solemnidad, endeudados hasta las cejas, pagando más intereses que nadie por las negativas de las autoridades financieras europeas a cortar por lo sano, impedir la especulación, cerrar el paso a las tres madrastras norteamericanos que participaron en el engaño masivo de los derivados, y adoptar políticas de recuperación en lugar de políticas de ajuste. Pensaron y piensan en los intereses de los que mandan de verdad, en ligar d e los intereses de los ciudadanos, a los que se les acusa de ser manirotos tras haberles ofrecido
el dinero más barato para que se hartaran a comprar lo que posiblemente no necesitaban.
En ese contexto nombrar un Alto Comisionado para que defienda la "marca España" en todo el mundo suena a sarcasmo y gasto inútil. La marca España no se defiende desde una institución gubernamental cuando en todo el mundo se pone en tela de juicio a ese mismo gobierno. La tarea que se le ha encomendado a Carlos Espinosa de los Monteros es hoy por hoy imposible de cumplir. Y en caso de que se pusiera en marcha una iniciativa de ese tipo debería hacerse desde la sociedad y no desde el poder....
Si va a aumentar el paro, que aumentará, y van a cerrar más empresas, que cerrarán, y los mercados especularán con nosotros, que lo harán, y nuestras instituciones siguen siendo objeto de burla y descrédito hasta por personajes tan poco recomendables como la presidenta argentina, que lo serán, querer vender que España es estupenda es una utopía y un error. Un invento de última hora del ministro de Exteriores a partir del deseo expresado por las 17 grandes empresas que conforman el Club de la Competitividad hace unos meses, y al que con buen juicio se opusieron algunos de sus directivos.
Es verdad que nuestras empresas y nuestros bancos están perjudicados por la mala imagen del país, y que pagan en sus cuentas de resultados y en sus valoraciones en bolsa la situación por la que atraviesa España. Y que esa situación les está llevando a que puedan ser presas fáciles de una OPA que les desestabilice internamente, por un lado, y que pierdan oportunidades y mercados en el exterior por otro. Pero de ahí a que desde un gobierno que en seis meses ha cambiado por completo su programa y sus objetivos se ponga en marcha una operación de marketing de ese tipo hay un abismo.