NACIONAL

El Minotauro en zapatillas

Raúl Heras | Domingo 22 de agosto de 2021
Emitir un comunicado en zapatillas desde el lugar de veraneo no debería convertirse en un arma arrojadiza contra el presidente del Gobierno. Lo que ha pasado es que Pedro Sánchez ha tardado mucho tiempo, demasiado, en “crear” un Comité de seguimiento de la crisis de Afganistan y la vuelta de los españoles y sus colaboradores atrapados en el infierno de los talibán.

Siempre he visto al poder como un sombrío Laberinto habitado por Minotauros que exigían sacrificios continuos de amigos y enemigos. Insaciable, cuanto más tiempo pasaba en el Laberinto ideado por Dédalo, más sacrificios requería pues su ansia de poder aumentaba hasta convertirlo en opresivo y afixiante.

Se sentía seguro, a salvo de los deseos del resto de los mortales y éstos le hacían creer que era todopoderoso e inmortal, hasta que decidían acabar con su vida y empleaban para ello al rebelde Teseo de turno. Mientras los gestores del Laberinto, aquellos que tenían los planos del mismo y las llaves de los cerrojos, ofrecían a su “bestia” las vidas - hoy políticas - de siete hombres y siete mujeres para que deambularan por el Laberinto en busca de su propia ambición hasta perderse y ser devoradas por el implacable inquilino - obtenían jugosos beneficios de la propia existencia del Minotauro, éste disfrutaba de los privilegios que ofrecía ese mundo interior y exclusivo.

Para vencer a la bestia no había más remedio que internarse en el Laberinto. Es lo que sucede con el poder político: para llegar a vencer al dueño de los intrincados pasillos, que convierten el acceso al Gobierno en un imposible para el común de los morrales, hay que adentrarse en ese peculiar universo que es hoy la política convertida en ejercicio profesional.

Hagamos una primera lista de víctimas del presidente Sánchez: las mujeres: Susana Díaz, Carmen Calvo, Isabel Celaá, Arantxa González Laya, Verónica Pérez, Asunción Godoy y María Jesús Serrano; los hombres: Ivan Redondo, José Luís Abalos, Juan Carlos Campo, Pedro Duque,José Manuel Rodríguez Uribes, Antonio Hernando y Eduardo Madina. Siete por siete. Hay más de ambos sexos y cada uno puede engrosar la lista a voluntad.

El Teseo de la leyenda tuvo una gran aliada para salvarse de la doble condena: o moría a manos del Minotauro o se convertía en él. La princesa Ariadna le entregó un hilo que el héroe va desarrollando según avanza por los pasillos del poder y que, vencedor del adversario, le permite regresar a su vida anterior, siempre, claro está, que desee hacerlo y no sucumba a la gran tentación que el Laberinto ofrece, el poder sobre el resto de los ciudadanos.

Este, de forma inmediata, ocupaba su lugar en el Laberinto convertido en el nuevo Minotauro al que se le colocaba la cabeza de toro que constituía su seña de identidad. Así la venganza de Poseidón sobre los hombres permanecía eterna. Desaparecía la persona pero se mantenía el miedo al poder.

Desde esa isla de Lanzarote, como si fuera una recreación de Creta, Pedro Sánchez ha dado vida al protagonista nacido de los mitos griegos, un monstruo creado por un Dios para castigar el engaño de un Rey que quiso acabar con sus adversarios y, al mismo tiempo, quedarse con el pago, el toro blanco, que le había exigido Poseidón. Demasiada avaricia, sobre todo cuando se trata con los dioses del Gran Dinero, aquellos que reinan por encima de siglas y banderas.
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PS.- El escritor y profesor argentino Ezequiel Dellutri puso este título a una de sus novelas para adolescentes convirtiendo a los seres mitológicos en jóvenes que tenían que pasar por una especie de colegio. Sánchez sería su Cristobal Asterion, condenado a vivir sin privilegios para redimirse. Habrá que desearle que Begoña pueda ser su Ariadna.