Martes 21 de octubre de 2014
El secretario general del PSOE cree que su misión es convencer a los socialistas de una verdad demostrada hace casi 200 años: entre lo orgánico y lo inorgánico solo hay un paso. El mismo que existe entre tener o no tener votos.
Con 61 años cumplidos en julio y más de treinta alejado de las clases en la Universidad Complutense de Madrid, Alfredo Pérez Rubalcaba se encuentra en la situación más difícil de su vida política: tiene que convencer a una levantisca y descontenta organización que es capaz de devolverla al poder tras los peores resultados de toda su moderna historia democrática.
Podría explicarles que la política y la química tienen mucha cosas en común e incluso hablarles del alemán Friedrich Wöhler, uno de sus autores intelectuales de obligado uso académico tras demostrar en 1828 que lo inorgánico ( hoy, en su situación, lo que está fuera de los partidos y de los votos de cualquier formación partidista) puede convertirse en orgánico ( la militancia y los apoyos en las urnas ) a través de la "fuerza vital", la que presume tener junto a los más fieles de los suyos. Tarea difícil cuando en el PSOE de las 17 Autonomías y sus respectivos responsables regionales prima más la Física ( la acción, la oposición radical, el enfrentamiento directo con el adversario que detenta la mayor cantidad de poder conocido desde la Transición ) que la Química ( lograr el apoyo ciudadano a través de las moléculas más simples: convencerles de que entiendes sus problemas, compartes sus problemas y eres capaz de resolver sus problemas ). Convertido en un corredor de fondo quiere que sus enemigos internos más fogosos quemen todas sus energías en los primeros metros de la carrera. Su sprint - aquel que le permitía correr los cien metros en once segundos - lo deja para dentro de tres años, cuando tenga que ganarse el derecho a disputar la final de esta maratón de nuevo contra Mariano Rajoy.
El socialismo en particular y la izquierda española en general tienen en la crisis económica el más grave de sus problemas. Una crisis del capitalismo, y si se quiere de la última fase del capitalismo para aquellos que aún crean en los análisis de Carlos Marx, que está ayudando más a los conservadores de la derecha que a los progresistas de la izquierda. Una crisis que está sirviendo al capitalismo para refundarse volviendo a sus orígenes, y que ante la falta de alternativas ideológicas y programáticas por parte de sus adversarios, amenaza con empobrecer aún más a los más pobres y enriquecer aún más a l,os más ricos, abriendo una brecha insalvable en las modernas sociedades post industriales, en torno al eje norte - sur, y en todos los países.
Ocurra lo que ocurra el 25 de noviembre en Cataluña, ni Alfredo Pérez Rubalcaba se va a mover de donde está, ni Mariano Rajoy va a cambiar en su particular estrategia contra la crisis. Los dos conocen los plazos políticos en los que se mueven. El primero ganó sus elecciones internas y tiene un mandato hasta el próximo Congreso Federal ; el segundo ganó las elecciones generales con mayoría absoluta y puede mantenerla contra viento y marea hasta el año 2015. Para romper esos tiempos tendría que producirse un cataclismo, dentro del PSOE con enfrentamientos cainitas y una mayor fragmentación del partido sin un liderazgo claro y fuerte; y dentro de España y del PP con una ruptura social y unas tensiones económicas que hicieran imposible la gobernabilidad del estado.
La "fuerza vital" de la que hace casi doscientos años hablaba uno de los padres de la química moderna, cuando comprobó que del cianato de amonio se podía llegar a la urea, requería de una condición básica: la acción de un cuerpo vivo. Traducido en términos políticos en la España de hoy: Rubalcaba y el socialismo necesitan confirmar ante la sociedad que están vivos, que no son un cuerpo esclerotizado en su estructura y seco en sus ideas. Para ello y dado que no hay nuevas elecciones a la vista tras la cita con las urnas en Cataluña tienen que recurrir a la generación de alternativas desde las Conferencias "sectoriales" que han programado para comienzos de 2013, al ejercicio alternativo del poder desde Andalucía y Asturias, y a una actividad de oposición en los distintos Parlamentos que les permita, por un lado llegar a acuerdos institucionales con el PP de cara a la renovación que necesitan las estructuras del estado, incluida la reforma de la Constitución; y por otro conseguir que "cale" entre los ciudadanos de todo el estado - incluidos los catalanes, los vascos y los gallegos - que se puede salir de la brutal crisis económica con otras recetas que no son las del Gobierno popular.
Si com o dice su biografía al abordar sus treinta trabajos de investigación y su tesis doctoral se inclinó por las reacciones, puede que hasta logre convencer a sus compañeros militantes que ni la agazapada Chacón, ni el combativo Gómez, ni el astuto Griñan, ni el inexperto Madina, ni el cansado López son mejores alternativas que él para esta dura travesía del desierto que tiene por delante el socialismo español. Y que si al final de esta prueba de tres mil obstáculos en la que está metido, lo que hay que hacer es participar en la de relevos de los cien, dará el testigo al último de los relevistas que elija el partido, su partido desde que cambiara la fe de las Carmelitas descalzas de El Escorial por la fe en la socialdemocracia de Javier Solana y Felipe González.
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