En una maniobra que más bien parece ideada por nIván Redondo, el ex gurú de Pedro Sánchez, que por la propia vicepresidenta de Trabajo, Yolanda Díaz se fue a visitar al Papa Francisco I con la clara idea de aparecer ya, no como una candidata de Podemos o de Izquierda Unida, ni siquiera de la izquierda, sino como una lideresa de la transversalidad política, al margen de los viejos conceptos de izquierda y derecha.
Hay un viejo adagio que dice que es más importante que te quieran a querer tu. Y eso es lo que Yolanda Díaz está haciendo acercarse a los sectores que hartos de los políticos podrían estar buscando un punto de referencia nuevo y más sugestivo.
No es la primera vez, ni será la última, que alguien utiliza este método para tratar de conseguir ganar las elecciones. El propio presidente francés Emmanuel Macron ganó las elecciones francesas presentándose como un “independiente”. En la II República española, Alejandro Lerroux consiguió buenos éxitos con un programa de derechas, pero anticlerical, lo que le valió durante un tiempo el apoyo de muchos simpatizantes de la izquierda. Lo contrario que ha hecho ahora Yolanda Díaz intentando llevarse los votos de los católicos centristas.,
No hay duda de que los gestos de la vicepresidenta, ex de Izquierda Unida y ungida por el líder de Podemos, Pablo Iglesias, como su sucesora, han calado en los votantes de Unidas Podemos, muchos de los cuales habían desertado en las últimas elecciones y que podrían volver a las urnas animados por la novedad.
La mejor propaganda para las actividades políticas de la ministra de Trabajo son los ataques de Vox; y los peores, las críticas que se cuecen -todavía de muy apagadas- en los círculos de la izquierda.
Yolanda Díaz ha demostrado ya su poder de mando en dos ocasiones claras, la primera cuando prohibió a Unidas Podemos que abanderase manifestaciones contra las brutales subidas de la luz; la segunda, cuando echó abajo el intento del secretario general de IU, Enrique Santiago, de presentar una querella contra la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, por cesar al diputado de Podemos y ex secretario de Organización, Alberto Rodríguez.
Enrique Santiago, que tuvo que envainarse la querella, es nada menos que el número dos del Ministerio de Derechos Sociales, que preside la secretaria general de Podemos, Ione Belarra. Así que el jaque mate de Yolanda Díaz fue doble, al rey y a la reina.
Es interesante, aunque todavía no le hará mucho daño a la ministra de Trabajo, el duro artículo de
Europa Laica, una organización que goza de especial prestigio, que “califica esta visita como un despropósito mayúsculo” y comenta: “¿Es que el Papa tiene algo especial que decir sobre estos temas (NdR: los laborales) más que su opinión, tan válida o no como la de cualquier otra persona? ¿Es que acaso tiene responsabilidades e instrumentos a nivel de su “estado” Vaticano como para tratar de solucionarlos, siendo que son propios de políticas de otro Estado? ¿Es que acaso el Papa es un gurú universal a quien acudir para que ilumine políticas internas a seguir sobre tales asuntos? La contestación evidente es que no se trata de nada de eso, porque no tendría ningún sentido”.
Al margen de todas estas y otras críticas, la estrategia de Yolanda Díaz aparece cada vez más clara y se puede resumir como sigue:
1 No va a tratar de acabar con el PSOE, como loo intentó Iglesias, sino como una buena socia. Pedro Sánchez puede, así, dormir tranquilo.
2 Su candidatura va a ser de una izquierda muy amplia, intentado concitar a todos los sectores sean nacionales o autonómicos, aunque no lo va a tener fácil, especialmente en algunas Comunidades Autónomas como Andalucía, donde además tendrá que mojarse apoyando al candidato de Unidas Podemos, o no.
3 Va a jugar, como demostró en la cumbre de Valencia, de sacar todo el jugo que pueda exprimiendo la vena feminista, aunque este sector ha quedado muy tocado por la polémica interna con la ley transexual, que ocasionó el cese de la vicepresidenta socialista Carmen Calvo.