ECONOMIA

La guerra indirecta

Macron y Putin.
José Manuel Pazos | Martes 08 de marzo de 2022

El mercado asume que el conflicto puede prolongarse entre 3 y 6 meses, con la consecuencia de reducir el crecimiento, retrasar la moderación de la inflación y la normalización de las cadenas de suministro, el aplazamiento de la consolidación fiscal al menos un año, y la moderación de la normalización monetaria en Europa



Para gestionar un riesgo como el que afrontamos, hay que tener en cuenta que no son las estrategias de rebaño las que más beneficios reportan, pero tampoco actuar como si lo que uno cree más probable, fuese estar en lo cierto.

La guerra en Ucrania ya no es de baja intensidad. Se impone en el conflicto una lógica distinta a la económica que había sido tomada como base, y cambia la probabilidad que asignar a los posibles escenarios, incluidos los de cola. Como no es posible encerrarse en habitación del pánico alguna y hay que decidir, también hay que revisar estrategias de gestión de la crisis, dando predomino a aquellas donde se dé un equilibrio razonable entre no cometer errores graves y defender lo que se pretende alcanzar. No es tiempo de coberturas del 100%, ni en cantidad, ni en plazo, sino de buscar un equilibrio entre lo que se pretende proteger, y aquello a lo que se está dispuesto a renunciar.

No es posible cubrir todos los escenarios, pero hay que atender al de mayor probabilidad a condición de seguir sus cambios, porque una cosa es lo que cada uno cree más probable y otra distinta es actuar como si uno estuviese en lo cierto. En general, los escenarios donde todo el mundo gana no son los comunes, como tampoco son las estrategias de más éxito las de seguir el comportamiento en rebaño, por mucho que durante un tiempo aparezcan como las que más beneficios reportan. Es exigido seguir como baremo los cambios en lo que descuenta el mercado en cada momento y en base a ello reequilibrar y ajustar la estrategia.

INESTABILIDAD CRÓNICA

Un aspecto importante que hay que tener en cuenta es que, hasta el momento, Rusia sigue calificando su invasión como una maniobra militar y no como una guerra, y solo ha utilizado este término cuando se ha referido a las sanciones occidentales, amenazando con considerarlas una declaración de guerra, algo que llevaría el conflicto a otra dimensión.

Puede argumentarse que un país como Rusia que ha roto todos los tratados internacionales que ha firmado (Helsinki, París, Budapest, Minsk) y que salvaguardan las fronteras, se hace acreedor de una respuesta tan contundente, y después, confiar en que la dependencia mutua en el terreno energético mantendrá en la cola los escenarios de menor probabilidad, aun asumiendo que ya no es posible volver al pasado, y emergiendo, como poco, un nuevo orden mundial de inestabilidad crónica donde no todos los países se van a ver afectados del mismo modo.

El fin de la globalización va a suponer menor crecimiento por muchos motivos: inflación, cambios en las políticas energéticas, incremento del gasto militar, drenaje de rentas de unos a otros países, dificultades en las cadenas de suministro… y para España, la consolidación de un giro definitivo de la atención europea desde el sur hacia el este. Modesto efecto directo, pero mucho indirecto.

ENTRE 3 y 6 MESES

Aun sin considerar alguno de los escenarios más graves, como sería la ruptura, por una u otra parte, del suministro de gas y petróleo ruso a Europa, el mercado asume que el conflicto puede prolongarse entre 3 y 6 meses, con la consecuencia de reducir el crecimiento, retrasar la moderación de la inflación y la normalización de las cadenas de suministro, el aplazamiento de la consolidación fiscal al menos un año, y la moderación, veremos hasta qué punto, de la normalización monetaria en Europa y algo menos en EE.UU.

Eso tiene impacto en las cotizaciones de todos los activos, incluido el dólar, que tiene tiempo y argumentos de sobra para continuar apreciándose, al menos mientras esta guerra indirecta entre Rusia y Occidente, particularmente Europa, no se estabilice y permita descartar escenarios más difíciles. Alcanzado ese punto, el refuerzo europeo, ahora ya inexcusable, ayudará al euro a recuperarse, y habría de ser más de lo ahora perdido.


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