Raúl Heras

Aznar alarga las distancias

Martes 21 de octubre de 2014
El expresidente del Gobierno se aleja de la sede central de su partido a la misma velocidad con la que desde el núcleo central del poder de Mariano Rajoy se alejan de todo lo que supuso su época al frente del Partido Popular. Dado que la Tierra es redonda y los comportamientos humanos, también, no sería nada extraño que dentro de unos meses ambos cometas volvieran a unirse o a chocar de frente, que tanto puede pasar una cosa como la otra.

José María Aznar es consciente de que su poder, su ascendencia dentro de las filas populares se va desdibujando por el simple pasar del tiempo, que aquellos que fueron los más íntimos de los suyos casi no están y menos que se les espera, que poco a poco la generación de abogados del estado salidos de las oposiciones de los años noventa van ocupando esferas de poder y de influencia, y que no están dispuestos a soltarlas, ni en la sede central del partido, ni en el Congreso y en el Senado, y lo mismo cabe decir en cada uno de los parlamentos regionales y gobiernos autonómicos y municipales, que dados los resultados del año 2011 son muchos.

El hombre que llevara al PP a su primera mayoría absoluta en 2000 tras la ajustada victoria de cuatro años antes. La persona que logró embridar a la derecha española convirtiéndola de verdad en una alternativa de gobierno frente al poderoso PSOE de Felipe González, se ha refugiado en la Fundación FAES y en sus esporádicas conferencias para enviarle mensajes a su sucesor mientras observa como todos los dedos del actual poder interno de los populares le señalan como el eje central de los problemas que les afectan, con insinuaciones públicas y certezas privadas acerca de posibles pactos con el ex tesorero Bárcenas de cara a que sus " años" de gestión no aparezcan en las famosas listas manuscritas. Una maldad para los que le siguen siendo fieles y, en todo caso, algo que nadie de la cúpula del PP se atreve a mantener con nombre propio y ante los medios de comunicación.

Una reciente cena en casa de Miguel Ángel Cortés a la que asistieron unas cuarenta personas entre las que se encontraban desde el ministro Wert al " chambelán" de la Casa Real, Spottorno, pasando por el propio Aznar, Ana Botella, Esperanza Aguirre y Eduardo Zaplana entre otros dirigentes de hoy y de ayer del Partido Popular, ha servido para volver a conjurar a todos los demonios que supuestamente ponen en cuestión y critican la gestión de Mariano Rajoy y María Dolores de Cospedal al frente del partido y de sus respectivos gobiernos. Una situación que se volvió a repetir con trazos gruesos en las palabras que la expresidenta de la Comunidad de Madrid le dedicó a la secretaria general en la última Ejecutiva del PP regional, hasta el punto de que tuvo que ser su sucesor, Ignacio González, el que tuviera que templar gaitas y evitar males mayores.

La aparente inacción del presidente del gobierno y líder del partido ante esta situación, que conoce hasta sus últimos eslabones, obedece según afirman desde su " sanedrín" de Moncloa al temor que le inspira la posible ruptura del partido y la aparición de una nueva formación por su derecha integrada por los ex que se sienten marginados y ven que ante las próximas elecciones - empezando por las europeas y siguiendo por las municipales y autonómicas - la elaboración de las listas les dejen fuera de sus actuales puestos, ya sea en el cómodo y bien pagado Estrasburgo, donde Jaime Mayor Oreja puede dejar su escaño y Ana Mato " encontrar" el suyo siempre que ella quiera, o en los miles de Ayuntamientos en los que el PP gobierna.

El flanco más débil de José María Aznar está en su mujer, en Ana Botella y en su deseo de encabezar la lista del partido a la alcaldía de la capital pese a toda la gestión del drama del Madrid Arena. En esa tesitura se encontraría también y por otros motivos totalmente diferentes el presidente de la Comunidad de Madrid, si bien este cuenta con el tradicional apoyo que la secretaria general le ha venido mostrando desde hace años. Esos problemas en los actuales líderes de una Comunidad tan emblemática como la madrileña, en la que además Esperanza Aguirre mantiene la presidencia del partido y desde ese puesto y su comprobada capacidad de " emitir mensajes" de renovación y necesidad de cambios profundos en la vida política y en la forma de elegir a los representantes públicos, son extrapolables al resto de Comunidades, desde aquellas en las que existen líderes tan consolidados como Núñez Feijoó a las que ven cada día como las batallas internas ponen en peligro la estabilidad y el futuro del PP, con Andalucía y la Comunidad en Valencia en primer plano.

El caso de Aznar, que es muy parecido al de González en el PSOE o el de Pujol en CiU, viene a confirmar que los relevos de los líderes son siempre difíciles y que los choques y enfrentamientos con los sucesores parecen asegurados, sobre todo cuando los segundos les deben la designación a los dedos de los primeros, cuyas sombras son muy alargadas.