Este domingo, diez de abril de 2022, Francia ha vuelto a mirar su pasado político y se ha encontrado con los mismos protagonistas en el mismo cruce de caminos de hace cinco años. La Segunda vuelta decidirá quien ocupa el palacio presidencial con ventaja para sun actual inquilino. Con la alargada sombra de Putin y Zelensky sobre las urnas, un treinta por ciento de los votantes no quiere a Emmanuel Macron, otro treinta por ciento no quiere a Marie Le Pen, y otro cuarenta por ciento no quiere a ninguno de los dos.
En ese cruce hay dos personajes con las ropas teñidas de sangre, que son nuevos en la escena, los presidentes de Rusia y de Ucrania. Ellos, al igual que los 67 millones de franceses y los 750 millones de europeos, van a esperar al domingo veinticuatro para decidir al auténtico vencedor de las elecciones, futuro presidente/a del país y la persona que mantendrá o cambiará la política exterior de Francia, sobre todo en lo referente a la posición de la UE en la guerra de Ucrania. No estarán pendientes los europeos, también lo estará el gobierno norteamericano de Joe Biden, el chino de Xi Jinping, y hasta los responsables de países tan diferentes y alejados como pueden ser los del Iran de los ayatollah y la Venezuela de Maduro. Todos los equilibrios mundiales vuelven a pasar en estos días por lo que ocurra en las urnas francesas.
La segunda vuelta colocará al resto de las formaciones ante el dilema de aparecer apoyando a Vladimir Putin o a Volodomir Zelensky. Las diferencias logradas en 2017 por Macron y Le Pen respecto a la primera votación puede que se repitan, con la izquierda de neo comunistas y verdes teniendo que elegir entre mantener en el poder al actual presidente de la República o pedir a sus votantes que se abstengan. Que vayan a pasarse en bloque a la que califican de extrema derecha parece casi imposible.
Hace cinco años y en esos quince días que tienen que pasar entre las dos citas con las urnas Macron pasó de tener 8.657.326 a 20.275.122 votos , mientras que Le Pen tan sólo ganó tres millones de sufragios. Eso le permitió al actual inquilino del Elíseo alzarse con la mayoría absoluta en la Asamblea francesa.
¿ Se va a repetir la situación? . Es lo más posible salvo que el desplome de la abstención en la segunda vuelta , que en 2017 fue de casi diez puntos aumente en otros diez y la dura derecha francesa logre mantener la fidelidad de sus votantes en una Francia dividida por la crisis económica y social pero sobre todo por la cambiante posición de su gobierno en la guerra de Ucrania.
El terrible y sangriento conflicto ya alteró el resultado electoral en Hungría haciendo que el pro ruso Viktor Orban ganará de forma arrolladora pese a las amenazas de aislamiento que se lanzaron desde la Comisión Europea y directa y personalmente por Úrsula Von der Layen. Ahora toca ver lo que ocurrirá en Francia, un resultado mucho más importante y decisivo para la actual política que se sigue desde la UE con Rusia y el progresivo aumento de armas y financiación al gobierno de Kiev.
En Bruselas, al igual que en el resto de las capitales europeas se teme al resultado francés. Tras mes y medio de combates, mutuas acusaciones, embargos energéticos y final incierto del conflicto, con repercusiones a nivel mundial, si Emmanuel Macron dejara el poder y lo ocupara Marine Le Pen toda la estructura de alianzas en Europa cambiaría, incluidas las que se pueden producir en España tras la llegada de Alberto Núñez Feijóo a la presidencia del Partido Popular.
Ni Putin y Zelensky pueden votar en Francia. Es una obviedad, pero si pueden y lo van a hacer influir en el sentido de las papeletas que los franceses introduzcan en las urnas. Los comicios municipales de 2021 representaron un castigo para el actual Gobierno de Macron y sin el estallido de la guerra es muy posible que ese castigo se extendiera a las presidenciales del domingo.
Nada es igual y nada será igual en el futuro político y económico de Europa. El mundo está cambiando muy deprisa y lo que pasará en España dentro de unos meses es muy difícil de predecir. Francia estará muy presente al igual que lo estará el cambio que se ha producido en las relaciones con Marruecos. Pocas veces la política internacional va a tener tanta influencia en las decisiones electorales que nos esperan a todos los españoles.
Puede que la ruptura de relaciones anunciada por el Frente Polisario tenga mucha menor consecuencia que la apertura de “aduanas” desde Marruecos con Ceuta y Melilla, que son un reconocimiento de que son parte de España. Un paso importante para el futuro y que habrá que apuntárselo en el haber del presidente Sánchez y del ministro Albares. No será muy ético pero si puede ser muy práctico.