Félix Bolaños, ministro de la Presidencia del gobierno de Sánchez, nos provocó ayer un coitus interruptus al contarnos, de buena mañana, a los ciudadanos españoles que «no sabía nada de algo muy grave que había sucedido en materia de espionaje en nuestro país, porque unos personajes malvados no identificados habían pirateado información sensible de los teléfonos del Presidente y de la ministra de defensa… hace ya más de un año, y que el gobierno ignoraba si le habían robado a Sánchez sus fotos de familia y amiguetes en La Valeta, o los audios de sus conversaciones privadas con Biden».
Yo tampoco tengo información, pero apostaría que el ministro nunca ha tenido entre sus manos una novela de John Le Carré y esa laguna se nota porque le ha llevado a inventarse una trama de espionaje poco creíble, aunque como es un hombre inteligente, habrá anotado en su moleskine que es peligroso trabajar con un fabulador que por sistema ignora la verdad.
Algunos plumillas llevan desde ayer especulando sobre si detrás de esa noticia, que aún no sabemos si es cierta, están los rusos, los marroquíes, o “El Niño Polla”, pero mientras que no sepamos la próxima mentira que nos cuenten o la declaren secreto de estado, las especulaciones seguirán siendo la materia principal con la que trabajen los contertulios … que de algo han de comer, además de lo que cobran de sus benefactores.
Es evidente que España, miembro de la OTAN y del resto de instituciones europeas, está bajo el foco del interés malicioso de otros países incluso amigos, pero al gobierno se le ve inmediatamente el plumero de la falsedad cada vez que hace coincidir una mentira con un conflicto interno y partidario como ha sido la acusación de espionaje a políticos independentistas, que con toda legitimidad y amparado por la autorización de un juez hizo el CNI a los golpistas catalanes.
Hoy circula un chiste ingenioso por las redes sociales que dice “¿Para qué van a querer espiar nuestros enemigos a Pedro Sánchez si todo lo que dice es mentira?
Lo único serio que hay aquí son los servicios de inteligencia españoles (el CNI), que con toda seguridad conocen la verdad, o el cuento monclovita, y seguirán haciendo su trabajo con profesionalidad, porque nadie serio en este país se cree “ ni jarto de vino”, que a nuestros espías les han pillado fuera de juego durante más de un año, que es la fecha que , según Bolaños, se produjo esa sustracción de datos.
Como imagino que el ministro tendrá más ocasiones de explayarse en este delicado asunto, le sugiero que se prepare alguna respuesta para la prensa aconsejándole que hagan caso a la recomendación de Chesterton : «El periodismo consiste esencialmente en decir «lord Jones ha muerto’ a gente que no sabía que lord Jones estaba vivo».