Desde los tiempos del marqués de Mondejar con Juan Carlos I a los actuales de Jaime Alfonsin con Felipe VI, pasando por Sabino Fernandez Campos, Fernando Almansa y Rafael Sporttono, los jefes de la Casa de su Majestad siempre han tenido la obligacion de ser prudentes, silenciosos, negociadores y tan duros hacia el exterior como la ocasión lo requeria. Su principal interlocutor era y es el presidente del Gobierno, que infunde tanto temor como protección.
Lo supieron en sus carnes Carlos Arias Navarro, Adolfo Suarez ( el que más) ,Felipe González ( el que menos ), José Maria Aznar ( el más alejado), Rodriguez Zapatero ( el màs inexperto), Mariano Rajoy, ( el menos aguerrido ) . Todos vivieron en sus carnes el "poder" que emanaba del palacio de La Zarzuela hasta que el precio final por matar un elefante en Botswana fue tan alto que se llevó un reinado de casi 40 años por delante. En mayor o menor medida tuvieron que ser impermeables a sus " demandas" y competir por ser el màs resistente a las mismas.
Antes de llegar Pedro Sánchez a La Moncloa, cuando de poder y elecciones se trataba , y les tocaba hablar con paisanos gallegos, el rellano de la famosa escalera se quedó muy pequeño. El presidente del gobierno que era Rajoy y el hombre de máxima confianza de Felipe VI y Jefe de su Casa, Jaime Alfonsín, descubrieron lo que es pelear a muerte en defensa de intereses contrapuestos. Así ha seguido durante cuatro años, desde que la histórica moción de censura dejó el escaño vacio del presidente en el Congreso de los diputados al bolso de la vicepresidenta.
Hay que recordar aquellas últimas batallas entre un Jefe de Gobierno conservador y el primer Rey de la dinastía Borbón que llegaba con la misión de cambiar de arriba a abajo la imagen de la Monarquía. Rajoy y Alfonsín cumplieron sesenta años enfangados en la batalla y sin posibilidades de entendimiento, ni siquiera con la intercesión de las meigas. Parecía que los dos habían triunfado en sus sueños de juventud. Una nueva generaciónj ya ha cambiado ( aparentemente ) todo, pero en el fondo y con las innecesarias ayudas de amigos que harían mejor en quedarse en un segundo plano, todo sigue igual que hace 300 años. El “ síndrome Borbón “ ya estaba en los genes de Felipe V procedente del palacio de Versalles.
Viene bien un poco de historia reciente con la mirada puesta en las páginas que se van a escribir en Sanxenjo. Uno de Lugo y otro de Santiago de Compostela, ambos se decidieron por la Administración al terminar sus estudios de Derecho. Mariano se hizo registrador de la propiedad y Jaime abogado del estado. A uno le protegió un catedrático llamado Manuel Fraga, y al otro un catedrático llamado Aurelio Menendez. Los dos " padrinos" fueron ministros antes de llegar la democracia, tal vez por aquello del destino y las vidas cruzadas.
Mariano, que ha resucitar o del ostracismo del Registro de la Propiedad, no pudo transmitir sus experiencias a su inesperado sucesor en el partido pero sí al sucesor del sucesor, mucho más parecido en sus raíces Alberto Núñez Feijóo que Pablo Casado. Jaime conoce los recovecos del poder, sabe lo que es mantenerlo y que los principales adversarios son aquellos que defienden los mismos colores. Rajoy antes y Feijóo ahora defienden al PP y se han defend ido a sí mismos, sobre todo desde que una exilio real pero no legal cambiara las reglas del juego entre los Palacios de La Moncloa y Zarzuela.
Alfonsin defenderá siempre a la Corona, por encima de circunstancias, colores políticos y situaciones geoestratégicas. Defenderá el papel constitucional de la Monarquía y la continuidad de la misma como un bien del propio Estado. Podria estar en el mismo lado de la trinchera que Núñez Feijóo y hasta es posible que termine estándolo si los algoritmos de las urnas lo permiten, pero los intereses del estado les volverán a colocar, como si de una maldición se trata, uno frente a otro. Y por ello se transmiten esas frases que tan poco favorecen a la clase política en general, ya sea de derechas, de izquierdas o nacionalista; y que tan poco dicen de la prudencia debida de la persona que aparece como mano derecha del monarca.
La misión de Alfonsin es mucho más complicado que la de sus antecesores. Nunca ha habido dos Jefes de Estado en forma de Rey y que ha desembocado en la farragosa, inexplicada y burda actual situación, con un Rey padre al que le dicen que no puede volver a la que ha sido durante 40 años su casa y en la que ahora mismo no vive nadie, contando con las largas ausencia de la Reina Sofia. Los secretos que no se atreven a revelar los políticos, tampoco se atreve a hacer los públicos el Rey que ha renunciado al lastre de una pensada herencia.
Dicen desde Zarzuela que durante estos dos últimos años se han cruzado palabras fuertes entre padre e hijo, con cartas incompendibles y llamadas telefónicas tan extrañas como inútiles. Mensajes hacia el exterior para intentar explicar lo que no se puede explicar, para hacer ver que hay luz donde desde siempre y para siempre van a reinar las sombras.