que consiguió en 2018, existe una novedad importante, producto de los nuevos tiempos. En aquel dios
, las dos caras eran masculinos y la única diferencia que aparece entre las variadas imágenes que han llegado hasta nosotros está en la juventud de una y la madurez de la otra.
Tanto Alberto Núñez Feijóo como Isabel Díaz Ayuso saben que tienen dos caminos a vigilar y se han repartido las tareas. El ex- presidente de Galicia se ocupará de terminar con los restos de Ciudadanos y de atraer los votos del centro derecha liberal en toda España, ese que resiste con Inés Arrimadas y Juan Marín, mientras que la presidenta madrileña deberá cumplir con la más dura de las tareas si hacemos caso a las últimas encuestas, la de impedir el crecimiento del Vox de Santiago Abascal y Macarena Olona, que aparece como imparable tras lo ocurrido en Castilla y León, y que dentro de un mes puede consolidarse en Andalucía.
Los emperadores romanos y a sus sacerdotes copiaron mucho de los orígenes griegos de sus fundadores y aportaron su “granito de arena “ para mayor gloria del Parnaso. Crearon algunos nuevos y entre ellos destacó Jano, que les permitía mirar a derecha y a izquierda, unir pasado y futuro, y por eso le convirtieron en dios protector del Estado. Exactamente lo mismo que están haciendo Feijóo y Ayuso, sin detenerse a pensar como hicieron los mandamases de la Roma imperial si tenían que atribuirle su origen a un viejo Rey del Lacio o a uno de los muchos vaivenes amorosos del jefe del Olimpo.
¿Para qué conformarse con uno cuando en la misma moneda podían aparecer dos?. Aquel fue sin duda una gran invento, y en el Partido Popular que se ha visto en el Congreso de Madrid han decidido utilizarlo. Por estrategia para ocupar el mayor espacio político posible por su izquierda y por necesidad para impedir que se fugaran más lealtades en las urnas por su derecha. Más amable el rostro de Alberto Patulsius, y más duro el de Isabel Clusivio. El primero se ha comprometido a dejar su puesto si no vence en las próximas elecciones generales. La segunda ha aceptado que tiene que esperar. Eso sí, con las cabezas cortadas de sus enemigos internos arrojadas al silencio.
El presidente del PP tiene su propio staff de “coroneles”: una Secretaria General, un Coordinador y cinco vicesecretarios. No tiene, como sí tenía su paisano Manuel Fraga, con sus “ siete Magníficos” producto de la suma de laas distintas fuerzas de la derecha que se atomizaron tras el fin del franquismo. Existía antes de su regreso a Madrid desde Santiago de Compostela, una adversaria interior que, sin título burocrático, ya es de hecho la Vicepresidenta del partido.
La salida a la crisis desatada por Pablo Casado - abandonado y sin defensores - no podía ser otra. Feijóo necesita a Ayuso y Ayuso necesita a Feijóo. Los dos a la distancia justa para que funcionen los apoyos mútuos pero sin que se alter en las posiciones dogmáticas de uno y otra. Si recorríamos al boxeo se trata de combinar el juego de piernas de Cassius Clay o Muhammad Alí, con la brutal pegada de Mike Tyson. Serán las urnas las que dictaminen quién será el ganador frente al PSOE de Pedro Sánchez, al que con demasiado optimismo desde esa derecha se le considera que está “sonado” sin atender a las señales que se lanzan cada día desde La Moncloa.
Como buen gallego y con la experiencia política de 25 años a sus espaldas, el ex presidente de la Xunta se ha guardado un as en la manga al comprometer su futuro a los resultados en las urnas, no a la conquista del sillón del Gobierno. Lo más probable es que si vence en el número de votos y escaños desbanque al Secretario General del PSOE y a sus socios de investidura con el apoyo obligado de Santiago Abascal. Pero no siempre cuadran las sumas de los sillones.Se puede ganar y no gobernar. De ocurrir esta última hipótesis habrá llegado el momento de la presidenta madrileña.